Federico Milanés (1815-1890)

Nació en Matanzas en 1815 y murió en la misma ciudad en 1890. Hermano menor de José Jacinto Milanés, en función de este estuvo gran parte de su vida y hasta lo mejor de su obra literaria. Tras la locura de José Jacinto, dedicó, como toda su familia, sus mejores esfuerzos a cuidarlo; así viajó junto con él por Estados Unidos y Europa (1846-1849). Con gran empeño logró publicar las obras completas de su hermano, primero en La Habana, entre 1846 y 1847, y luego en Nueva York, en 1865; esta última edición, con un importante prólogo suyo, es la más integral.
Escribió poesía satírica y comedias costumbristas, y también realizó traducciones de Shakespeare. En colaboración con José Jacinto dio a conocer las décimas populares Los cantares del montero, pero el grueso de su obra aún no ha sido recogida en libro y permanece dispersa en numerosas publicaciones periódicas de la época. Su poema “Aniversario”, dedicado a su hermano, es el que más ha trascendido y según Cintio Vitier es un “canto elegíaco de una plenitud sorprendente”, que debe ser destacado “entre los momentos líricos más altos” de su época.[1]
(Tomado de Poesía cubana de la colonia. Antología, selección, prólogo y notas de Salvador Arias, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2002, p. 87).
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Cintio Vitier: “Recuento de la poesía lírica en Cuba. De Heredia a nuestros días”, Obras 3, Crítica 1, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2000, p. 6.
“Lo cubano como estilo de vida y como sensibilidad adquiere ya en algunas de [sus] imágenes (quizás por ser imágenes de imágenes, pues Federico trabaja sobre las visiones líricas de su hermano), una intensidad, una concentración, una calidad súbita y sobrecogedora que no hubiera soñado Heredia, con ser tan superior poeta, en sus morosas evocaciones. […] ¿Por qué nos conmueven tanto a nosotros? Quizás porque aluden a sensaciones radicales, ocultas, en rigor incomunicables, como no sea en la participación del relámpago intuitivo, en el paradisíaco fulgor de la memoria. ¡Qué extraordinario que Federico Milanés, poeta ocasional, haya tocado siquiera ese tuétano, ese súbito de lo cubano, que los líricos mayores de su generación no pudieron expresar!” (Cintio Vitier: “Acentos de José Jacinto Milanés. Su hermano Federico”, Lo cubano en la poesía (1958), en Lo cubano en la poesía. Edición definitiva, prólogo de Abel Prieto, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998, p. 102).