José de la Luz y Caballero (1800-1862)

Filósofo, orador y educador cubano,[1] considerado por Enrique José Varona, “el pensador de ideas más profundas y originales con que se honra el Nuevo Mundo”.[2] “el santo laico, el sugestivo mentor, el profeta que encendió la fe de una generación”,[3] según Medardo Vitier. Hizo estudios en el convento de San Francisco, donde recibió la primera tonsura y las órdenes menores, y en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio bajo la dirección del presbítero José Agustín Caballero. Se graduó de bachiller en Filosofía en 1817, y de bachiller en Leyes en 1820. Abandonó los hábitos y ocupó la cátedra de Filosofía en el Seminario desde 1824.
Viajó por los Estados Unidos (1828) y por Europa occidental (1829). Hizo amistad con algunos de los más destacados hombres de su época, entre ellos Humboldt, Walter Scott y Goethe. De regreso a Cuba, colaboró en las principales publicaciones habaneras y participó en el intento frustrado de establecer una Academia Cubana de Literatura. Al ser ordenado el destierro de José Antonio Saco en 1834, fue Luz y Caballero quien redactó su Representación[4] al capitán general Miguel Tacón y definió la actitud política de ambos: el liberalismo como sinónimo de ilustración y la independencia de criterio frente al poder constituido.
Dirigió el colegio de San Cristóbal. Se graduó de abogado en la Audiencia de Puerto Príncipe. Intervino en polémicas sobre la metodología de las ciencias, la ideología, el sensualismo y la filosofía ecléctica de Victor Cousin,[5] temas sobre los cuales publicó la primera parte de su Impugnación a las doctrinas filosóficas de Victor Cousin (1840) y Artículos varios de filosofía. En 1842 impugnó la orden de expulsión de la Sociedad Patriótica emitida contra el cónsul inglés, David Turnbull, sospechoso ante las autoridades por sus ideas abolicionistas. En 1843 viajó a Nueva York y siguió posteriormente hacia París, con el fin de restablecer su salud, muy quebrantada ya. Regresó a Cuba en 1844, para responder personalmente a los cargos que se le hacían con motivo de la llamada Conspiración de la Escalera. Su causa fue sobreseída.
En 1848 fundó el Colegio El Salvador, que llegó a ser el más importante centro educativo de la niñez y la juventud en el siglo XIX.[6] Dos años después perdió a su única hija, golpe que lo afectó profundamente. Su muerte, ocurrida el 22 de junio de 1862, dio lugar a una manifestación popular de duelo y devoción.[7] Fue hombre de cultura enciclopédica, de prosa literaria[8] y espíritu científico, a la vez que religioso. Como filósofo combatió el eclecticismo de Cousin y propugnó la gnoseología sensualista con aplicación del método de las ciencias físicas y naturales a las intelectuales y especulativas, con lo cual se anticipó a los principios lógicos de Stuart Mill y a la psicología fisiológica de Guillermo Wundt.
José Martí se refirió siempre, con fervorosa admiración, a “Don José de la Luz”, “dueño de nuestros corazones”,[9] “que habló para encender y predicó la panacea de la piedad”;[10] lo consideró “padre amoroso del alma cubana”,[11] y “silencioso fundador” del sentimiento patrio,[12] como lo exalta en su artículo del 17 de noviembre de 1894, publicado en Patria.[13]
Véanse los ensayos de Medardo Vitier: “José de la Luz y Caballero” (Estudios, notas, efigies cubanas, La Habana, Editorial Minerva, 1944, pp. 228-2349); José de la Luz y Caballero como educador, (Santa Clara, Cuba, Universidad Central de Las Villas, 1956); y “¿Volver a José de la Luz?” (Valoraciones I, Universidad Central de Las Villas, 1960, pp. 331-334); de Cintio Vitier: “Glosas a José de la Luz” (Lecciones cubanas, Obras 11. Estudios y ensayos, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2014, pp. 355-367); de Alicia Conde Rodríguez: “José de la Luz y Caballero. Las raíces de una cubanidad pensada” (José de la Luz y Caballero: Obras. Aforismos, vol. I, La Habana, Ediciones Imagen Contemporánea, 2001, pp. 1-64); y de Ibrahim Hidalgo Paz: “Luz y Martí. Coincidencias y diferencias” (Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2008, no. 31, pp. 226-251).
[Tomado de José Martí: Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2000, t. 3, pp. 248-249. (Texto modificado por el E. del sitio web)].[14]
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] “Un prodigio de bondad y abnegación, un ser completo, seductor, lleno de mansedumbre y rectitud, como acaso ningún otro he conocido jamás”. (Enrique Piñeyro. Citado por Cintio Vitier, “Enrique Piñeyro en París”, Obras 11. Estudios y ensayos, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2014, p. 178).
[2] Citado por Cintio Vitier: Ese sol del mundo moral (1975), Oficina del Historiador de La Habana, UNESCO y La Isla Infinita, 2021, p. 65.
“Entre los alumnos de Varela, Luz es el educador por excelencia, el maestro, y, también, el filósofo que precisa los rumbos de un pensamiento propio. Luz es quizás el hombre que con más sistematización logró expresar el pensamiento filosófico que nace en Varela y que tiene una práctica profundizadora en José Martí. El director de El Salvador es el que consolida una Escuela cubana de pensamiento y una Escuela cubana de educación”. (Eduardo Torres-Cuevas: “El legado común de Félix Varela y de José Martí”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2008, no. 31, pp. 210-225).
[3] Medardo Vitier: “En el centenario de Agramonte” (1941), Estudios, notas, efigies cubanas, La Habana, Editorial Minerva, 1944, p. 190.
[4] “Representación de don José Antonio Saco al Excmo. señor gobernador y capitán general don Miguel de Tacón”, en José Antonio Saco: Obras (vol. III), ensayo introductorio, compilación y notas de Eduardo Torres-Cuevas, Ediciones Imagen Contemporánea, 2001, pp. 57-72. [Nota: El verdadero autor de este documento, aunque firmado por Saco, fue Luz y Caballero. El propio Saco lo declara cuando dijo: “…el único autor de la representación fue mi buen amigo y eminente cubano D. José de la Luz y Caballero”. (Colección póstuma, 1881, p. 139)].
[5] La polémica filosófica cubana (1838-1840), ensayo introductorio (“Para una teoría crítica de la emancipación cubana”), compilación y notas de Alicia Conde Rodríguez, La Habana, Biblioteca de Clásicos Cubanos, no. 10, Imagen Contemporánea, 2000, 2 vol.
[6] Véase el estudio de Medardo Vitier: “Pláticas memorables”, El Mundo, La Habana, 30 de noviembre de 1947.
[7] “Murió hace algunos años en la Habana un hombre augusto. Él había dado a su patria toda la paciencia de su mansedumbre, todo el vigor de su raciocinio, toda la resignación de su esperanza. También iba allí un pueblo a consagrar un cadáver. // Los niños se agruparon a las puertas de aquel colegio inolvidable; los hombres lloraron sobre el cadáver del maestro: la generación que ha nacido siente en su frente el beso paternal del sabio José de la Luz y Caballero”. (JM: “Francisco de Paula Vigil.—El cristiano y la curia.—José de la Luz y Caballero”, Revista Universal, México, 26 de agosto de 1875, OCEC, t. 3, p. 94).
—“Por dos hombres temblé y lloré al saber de su muerte, sin conocerlos, sin conocer un ápice de su vida: por Don José de la Luz,—y por Lincoln”. (JM: “Carta a Ángel Peláez”, [Nueva York, 19 de enero de 1892], EJM, t. III, p. 21).
[8] “Cuando se llega a la prosa de José de la Luz y Caballero, se ha llegado al término de una evolución y al inicio de un período nuevo en la cultura nacional. El lector hallará aquí los Aforismos. La claridad mental absoluta, la sinceridad para exponer ideas que en algunos casos estaban proscritas, el hallazgo de la palabra exacta, hacen del estilo de Luz una lección perenne de literatura cubana. El maestro ha llegado al eclecticismo en filosofía, [… que] es, por un lado, la ruptura con las coyundas oficiales al espíritu, y, por otro, es un mestizaje o mezcla de concepciones filosóficas de la vida y de la historia”. (Gastón Baquero: “Tres siglos de prosa en Cuba”, Una señal menuda sobre el pecho del astro. Ensayos, selección, prólogo y cronología de Remigio Ricardo Pavón, Holguín, Ediciones La Luz, 2014, p. 167).
[9] JM: “José de la Luz”, Patria, Nueva York, 5 de diciembre de 1893, no. 89, p. 2 (No aparece en la edición de las Obras completas).
[10] “[…] Se derramaban las almas, y en los corazones de los cubanos presidía, como preside su efigie la escuela y el hogar, aquel que supo echar semilla antes que ponerse a cortar hojas, aquel que habló para encender y predicó la panacea de la piedad, aquel maestro de ojos hondos que redujo a las formas de su tiempo, con sacrificio insigne y no bien entendido aún, la soberbia alma criolla que le ponía la mano a temblar a cada injuria patria, y le inundaba de fuego mal sujeto la pupila húmeda de ternura. ¡Yo no vi casa ni tribuna, en el Cayo ni en Tampa, sin el retrato de José de la Luz y Caballero…!” (JM: “La oración de Tampa y Cayo Hueso”, discurso en Hardman Hall, Nueva York, 17 de febrero de 1892, OC, t. 4, p. 303).
[11] JM: “Juan Gualberto Gómez en la Sociedad de Amigos del País”, Patria, Nueva York, 11 de junio de 1892, no. 14, p. 3; OC, t. 4, p. 418.
[12] “No soñó nunca, seguramente, en perturbar las conciencias preparándolas para la acción inmediata y asoladora; ansió, por el contrario, iluminarlas en la verdad y serenarlas en la virtud, pero, al cabo, las perturbó”. (Manuel Sanguily. Citado por Cintio Vitier: Ese sol del mundo moral (1975), Oficina del Historiador de La Habana, UNESCO y La Isla Infinita, 2021, p. 30).
[13] JM: “José de la Luz”, Patria, Nueva York, 17 de noviembre de 1894, no. 137, p. 2; OC, t. 5, pp. 271-273.
[14] Bibliografía:
- Juan Clemente Zenea y José Francisco Ruz: “José de la Luz Caballero”, Diario de la Marina, Habana, 25 de junio de 1862. (Artículo con motivo del fallecimiento y sepelio de Luz).
- José Ignacio Rodríguez: Vida de Don José de la Luz y Caballero, Nueva York, Impr. de “El Mundo Nuevo-La América Ilustrada”, 1874; 2 ed. corr. y aum., New York, Impr. y Libr. de N. Ponce de León, 1879.
- Francisco Calcagno: Diccionario biográfico cubano, Nueva York, Impr. y Librería de N. Ponce de León, 1878, pp. 384-394.
- Raimundo Cabrera: Don José de la Luz y Caballero. Su sepulcro. Memoria, La Habana, Imprenta El Retiro, 1887.
- Manuel Sanguily: José de la Luz y Caballero. Estudio crítico, La Habana, Tipografía O’Reilly, 1890.
- Enrique Piñeyro y Barry: “José de la Luz y Caballero”, Hombres y glorias de América, París, Garnier Hermanos, 1903, pp. 157-230.
- Domingo Figarola-Caneda: Bibliografía de Luz y Caballero, Imprenta El Siglo XX, Habana, 1915.
- Ramiro Guerra: “Luz Caballero y la formación de los maestros”, La defensa nacional y la escuela, Imprenta La Moderna Poesía, La Habana, 1923.
- Manuel Sanguily: José de la Luz y Caballero, La Habana, A. Dorrbecker, 1926.
- Manuel I. Mesa Rodríguez: Don José de la Luz y Caballero (biografía documental), La Habana, Logia Realidad, 1947.
- Carlos Rafael Rodríguez: José de la Luz y Caballero, La Habana, Fundamentos, 1947.
- Carlos Rafael Rodríguez: “José de la Luz y Caballero”, Letra con filo, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1983, t. III.
- José Russinyol: “Luz Caballero como forjador de la conciencia nacional”, Cuadernos de divulgación cultural, La Habana, 1952.
- Félix Lizaso: “Misión de Luz y Caballero”, El Mundo, La Habana, 5 de julio de 1956, p. A-8. El autor se basa en un trabajo de Manuel I. Mesa Rodríguez titulado “José de la Luz y Caballero, maestro de una gran generación” y establece un pequeño paralelismo entre Luz y Martí.
- Manuel I. Mesa Rodríguez: “Consideraciones en el Centenario de su muerte (1862-1962)”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, 1960, no. 1-4.
- Salvador Bueno: “Don José de la Luz y Caballero; maestro y pensador”, Bohemia, La Habana, 1º de febrero de 1963; Figuras cubanas: breves biografías de grandes cubanos del siglo XIX, La Habana, Comisión Nacional Cubana de la PPP, 1964, pp. 41-53.
- Cintio Vitier: “El Maestro del Salvador”, Opus Habana, La Habana, 2000, no. 13, pp. 4-15.
- Alicia Conde Rodríguez: “José de la Luz. La filosofía y la polémica de la emancipación”, Honda, La Habana, 2009, no. 25, pp. 25-38.
- Ibrahim Hidalgo Paz: “José de la Luz y Caballero. Educación y política. Valoraciones martianas” (josemarti.cu)