Antonio López de Santa-Anna (1794-1876)

General y político mexicano. Nació en Jalapa y murió en Ciudad de México. Sirvió inicialmente en el ejército virreinal, pero ya comandante se incorporó al movimiento acaudillado por Agustín de Itúrbide, quien lo nombró jefe de la Oncena División de su ejército. En 1823, desposeído de su mando y conociendo que Estados Unidos era contrario al establecimiento de una monarquía en América, se pronunció en Veracruz contra la elección de Itúrbide como emperador y proclamó la república, cuya presidencia asumió Guadalupe Victoria (1824). Electo Manuel Gómez Pedraza en 1828, Santa-Anna apoyó a Vicente Guerrero, quien, al triunfar, lo nombró comandante en jefe del ejército.

     Fue gobernador de Veracruz, derrotó al coronel Salomón en Tampico y obligó a capitular a Isidro Barradas —cuya escuadra había salido de La Habana para reconquistar México—, por lo que el Congreso lo declaró Benemérito de la Patria (1829). En 1832 se sublevó en Veracruz en favor de Gómez Pedraza, junto a quien entró victorioso en la capital un año después. Al constituirse un nuevo Congreso se le eligió presidente, cargo que llegó a desempeñar en once oportunidades entre 1833 y 1855. Combatió la rebelión de Texas (1835), y promulgó las Siete Leyes (1836), que destruyeron el federalismo. Defendió Veracruz contra la escuadra francesa (1838-1839).

     En 1841 estableció un gobierno centralista, pero fue depuesto en 1845 y se refugió en La Habana, de donde regresó un año después. Restituyó la Constitución de 1824 y, bajo la bandera del federalismo, fue nombrado presidente interino por el Congreso. Al producirse la invasión norteamericana, dejó en su cargo a Valentín Gómez Farías y salió a combatir. Al perder México en la campaña más de la mitad de su territorio, presentó la renuncia y viajó a Colombia, de donde regresó en 1852 para ejercer las facultades omnímodas que le había otorgado el Congreso, pero al concertar con Estados Unidos el tratado de Mesilla —o compra de Gadsden—, mediante el cual aquellos pagaron a México diez millones a cambio de 109 524 km2 del territorio nacional, fue depuesto por la Revolución de Ayutla (1854). Prometió neutralidad y adhesión al Imperio y volvió a Veracruz durante la intervención francesa, pero la arenga que dirigió a sus partidarios dio lugar a que Achiles Bazaine ordenara su salida rumbo a La Habana (1864). Entró en negociaciones con el secretario de Estado norteamericano, quien pretendía interponerlo como una solución entre Benito Juárez y el archiduque Maximiliano de Habsburgo. Al ser derrotado este último, se propuso como mediador entre Juárez y los republicanos moderados, pero fue aprehendido en Yucatán y un consejo de guerra lo condenó a muerte, pena que le fue conmutada por la de ocho años en el destierro.

     Muerto Juárez, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada permitió en 1884 su regreso a México, donde falleció dos años después, como cuenta José Martí, “ya después de mucho tiempo de haber muerto, apagadas sus atrevidas ilusiones, vacías las arcas pródigas en que tanto aventurero puso mano, solo, apretados los dientes, con un rasgón de su colcha entre las manos crispadas, en cuarto de paredes polvosas y de alfombra roída, como por el despecho su propia alma”.[1] 

(OCEC, t. 22, p. 82). [Tomado de OCEC, t. 2, pp. 320-321. (Nota modificada ligeramente por el E. del sitio web)].


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] JM: “Sucesos de la quincena”, La Nación, Buenos Aires, 2 de junio de 1885, OCEC, t. 22, pp. 80-86.