JULIÁN

La primera vez que lo vi
lucía como de prisa.
Todo allí, y él, como un fuego
que se iba.

Más cerca, más inmediato,
mas, ay, sentado en el piano
un duende de lejanía
era la mano.

Y no podré olvidar nunca
que subió un día a mi casa
con su España, tan desértica
y tan velada.

Respiró en regazo huérfano
al ver el cuadro de Goya,
y echó la cabeza niña
y melancólica.

Desde entonces lo queremos.
guarde Dios (que en Él confía)
su fiera,[1] ignaciana,[2] extrema
juglaría.

Sabe más que todos, sabe
desde un relámpago.[3] Pero
fáustico ignora y nos canta
como un ciego.

Su perro es del Lazarillo.
Ha visto un moro gigante.
Recen por él los capítulos
de Cervantes.

Fina García Marruz

Tomado de Fina García Marruz: “Julián” (1954), Habana del centro (1997), Obra poética, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2008, 2 t., t. II, pp. 53-54.

     Otros poemas dedicados a Julián Orbón:

  • José Lezama Lima: “Bodas de Julián Orbón”, Poesía completa, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1970, p. 310.
  • Cintio Vitier: “A Julián Orbón”, Versos de la nueva casa(1991-1992), Poesía 3. Obras 10, prólogo, compilación y notas de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2011, pp. 148-149.
  • Cintio Vitier: “Decires de Julián en esta noche”, Versos de la nueva casa(1991-1992), Poesía 3. Obras 10, prólogo, compilación y notas de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2011, pp. 149-151.
  • Ángel Gaztelu: “Nocturno”, Orígenes. Revista de Arte y Literatura, La Habana, invierno de 1946, año III, no. 12, pp. 19-20.

Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Debe entenderse que el adjetivo “fiero” como ha señalado la autora en relación a la obra de José Martí, tanto en prosa como en verso, es usado “en el sentido de vehemente, no de feroz” y “de una fidelidad a toda prueba”. Véase FGM: “Venezuela en Martí” (1981), Temas martianos. Tercera serie (1995), La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, p. 102; y “La guerra sin odios”, El amor como energía revolucionaria (1973-1974), Albur, órgano de los estudiantes del Instituto Superior de Arte, núm. especial, La Habana, mayo de 1992, p. 145.

[2] Referencia a San Ignacio de Loyola (1491-1556).

[3] En más de una ocasión, Cintio Vitier se refirió a que Julián Orbón era el único genio que él había conocido, no solo como músico, sino como persona.

“Julián Orbón es, decididamente, uno de los hombres más extraordinarios que yo haya conocido. Hay, en su mente, un horror instintivo por las soluciones fáciles, que maravilla. Toda cuestión es puesta en entredicho, siempre, por su espíritu. Sus observaciones acerca del cuarteto (Beethoven, Bartok), de ‘la salvación del artista por la fidelidad al estilo propio’ (relacionada con la Suma teológica), acerca del mito de “los temas humanos y universales”, puesto que estos son obra de la interpretación y de la ejecución (el ejemplo de Edipo Rey escrito por Vargas Vila), absolutamente extraordinarios”. [1º al 20 de abril de 1953] [Alejo Carpentier: Diario (1951-1957), introducción de Armando Raggi, con notas de Armando Raggi y Rafael Rodríguez, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2013, p. 111].

El músico mexicano Julio Estrada fue discípulo de Orbón entre 1961 y 1963 en el Taller de Creación Musical que dirigía el maestro Carlos Chávez. Aquí su testimonio directo y conmovedor: “Orbón es un genio absoluto, como ser humano, como músico y por su capacidad de amar”. (Pauta. Cuadernos de teoría y crítica musical, México, D. F., enero-marzo de 1987, vol. VI, no. 21, p. 45).