EL SOL EN LA NIEVE

Murió el pobre poeta, y no lo llegamos a conocer[1]

José Martí

La Patria radiante estaba entre la nieve muda
y la patria sufriente oía con hastío el verdor eterno.
La Patria musculosa escuchaba el trueno de un torrente
bajo una estrella desterrada
y la Patria canija bebía su copa de cielo gris de París
       en un ajenjo.
La Patria enamorada latía oscura en su destierro
y la Patria impotente en su destierro contemplaba el mismo
cielo azul sobre la misma nieve verde.
La Patria del destierro torcía enraizada su honda hoja
      de tabaco
y la Patria desterrada en sí misma contemplaba ciega
        el sedoso susurro de frondas.
Y la Patria desterrada llamaba al sol de la Patria sin tierra
y la Patria sin tierra clamaba por la nieve del destierro.
La Patria viviente quiso fundir en un gran sol a la Patria
      agonizante
¿quiso la Patria agonizante asirse al gran sol como al asa
       de una eterna posesión?

 Padre padre aquí estoy íntimo y desnudo
yo todos los que te han amado y han sufrido
y todos los que vagaron solos
como un ejército en derrota
esperan al padre que ha de venir
para fundirme a él en un abrazo
quizá también a mí me diga
                                            hijo[2]

Padre padre qué lento hastío
qué extraño sufrimiento
fue extraño estar solo y extraño
no tener almohada donde reposar
ni piedra de sueño
Tú me veías en el torrente
yo te esperaba en la nieve de ala tierna
que llueve como una bendición
Juntos juntos los dos bajo un cielo
Nos agriamos en vez de amarnos
Yo con mis pies cansados tú con el
pensamiento de mármol de tu frente
Nos encelamos en vez de abrir vía juntos
Juntos los dos sobre la tierra sangrante
entre la fronda roja y el fruto
que escondía una luz vaticinada
Padre padre qué largo camino
Es tiempo de acabar[3]

                                                         Yo los junto

Yo los junto            Los dos se abrazan

La Patria estaba entre la nieve oyendo el trueno del torrente
       respirando el aire frío que seca la palma deliciosa.[4]
La Patria comulgaba su estrella ajenjo como hostia
      sangrante
      en el cafetucho hostil.
La Patria entre la nieve llamaba a sus guerreros recogía
      la magra moneda del sudor.
La Patria entre las frondas escuchaba vagos ruidos de otro
       mundo vago y gris.
La Patria agonizaba en la sombra. La Patria moría cara al sol.[5]
La Patria esperaba a la Patria que viniera a salvarla de su
      abismo.

Raúl Hernández Novás

Tomado de El sol en la nieve: Julián del Casal (1863-1893), Luisa Campuzano (coord.), La Habana, Editorial Casa de las Américas, 1999, pp. 289-290.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] JM: “Julián del Casal”, Patria, Nueva York, 31 de octubre de 1893, no. 84, p. 2; OC, t. 5, p. 222.

[2] “[…] Fui puntual a la cita, y en los comienzos de la noche entraba en compañía de Gonzalo de Quesada por una de las puertas laterales del edificio en donde debía hablar el gran combatiente. Pasamos por un pasadizo sombrío; y, de pronto, en un cuarto lleno de luz, me encontré entre los brazos de un hombre pequeño de cuerpo, rostro de iluminado, voz dulce y dominadora al mismo tiempo y que me decía esta única palabra: ‘¡Hijo!’” (Rubén Darío: “Impresión de Martí”, Yo conocí a Martí, selección y prólogo de Carmen Suárez León, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2012, p. 37. El evento biográfico aludido tuvo lugar en Hardman Hall, Nueva York, el 24 de mayo de 1893, instantes previos a un discurso que Martí pronunció en ese lugar. Las cursivas son del E. del sitio web).

[3] “Nos agriamos en vez de amarnos. Nos encelamos en vez de abrir vía juntos. Nos queremos como por entre las rejas de una prisión. ¡En verdad que es tiempo de acabar! Ya Julián del Casal acabó, joven y triste. Quedan sus versos. La América lo quiere, por fino y por sincero. Las mujeres lo lloran”. [“Julián del Casal”, ob. cit., p. 222. (Las cursivas son del E. del sitio web)].

[4] “Mas ¿qué en ti busca mi anhelante vista
Con inútil afán? ¿Por qué no miro
Alrededor de tu caverna inmensa
Las palmas ¡ay! las palmas deliciosas,
Que en las llanuras de mi ardiente patria
Nacen del sol a la sonrisa, y crecen,
Y al soplo de las brisas del Océano,
Bajo un cielo purísimo se mecen?”

[José María Heredia: “Niágara” (versión definitiva), Obra poética, compilación y prólogo de Ángel Augier, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2003, p. 236. Las cursivas son del E. del sitio web].

[5] “Yo quiero salir del mundo
Por la puerta natural:
En un carro de hojas verdes
A morir me han de llevar.
No me pongan en lo oscuro
A morir como un traidor:
¡Yo soy bueno, y como bueno
Moriré de cara al sol!”

(JM: “XXIII”, Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, p. 328. Las cursivas son del E. del sitio web).

El 19 de mayo de 1895, poco después de un brillante mediodía, Martí caía combatiendo heroicamente en Dos Ríos, “de cara al sol”, frente a una columna española al mando del coronel José Ximénez de Sandoval. Véase el estudio de Eduardo Vázquez Pérez: “La historia y los azares del espíritu”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2020, no. 43, pp. 42-61.