[ENTREVISTA DE LA MEJORANA]
5 [de mayo de 1895].—Maceo nos había citado para Bocuey,[1] a donde no podremos llegar a las 12, a la hora a que nos cita. Fue anoche el propio, a que espere en su campamento. Vamos,—con la fuerza toda. De pronto, unos jinetes. Maceo, en un caballo dorado, en traje de holanda gris: ya tiene plata la silla, airosa y con estrellas.—Salió a buscarnos, porque tiene a su gente de marcha: al ingenio cercano, a Mejorana,[2] va Maspón[3] a que adelanten almuerzo para cien. El ingenio nos ve como de fiesta: a criados y trabajadores se les ve el gozo y la admiración: el amo, anciano colorado y de patillas, de jipijapa y pie pequeño, trae vermouth,[4] tabacos, ron, malvasía. “Maten tres, cinco, diez, catorce gallinas”. De seno abierto y chancleta viene una mujer a ofrecernos aguardiente verde, de yerbas: otra trae ron puro. Va y viene el gentío. De ayudante de Maceo lleva y trae, ágil y verboso, Castro Palomino. Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por sus representantes,—y una Secretaría General:—la patria, pues, y todos los oficios de ella, que crea y anima al ejército, como secretaría del ejército. Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: ¿“pero U. se queda conmigo o se va con Gómez?” Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante.[5] Lo veo herido— “lo quiero—me dice—menos de lo que lo quería”—por su reducción a Flor en el encargo de la expedición,[6] y gasto de sus dineros. Insisto en deponerme ante los representantes que se reúnan a elegir gobierno.[7] No quiere que cada jefe de Operaciones mande el suyo, nacido de su fuerza: él mandará los cuatro de Oriente: “dentro de 15 días estarán con Uds.—y serán gentes que no me las pueda enredar allá el Doctor Martí”.—En la mesa, opulenta y premiosa, de gallina y lechón, vuélvese al asunto: me hiere, y me repugna: comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marcar de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. Mantengo, rudo: el Ejército, libre,—y el país, como país y con toda su dignidad representado.[8] Muestro mi descontento de semejante indiscreta y forzada conversación, a mesa abierta, en la prisa de Maceo por partir. Que va a caer la noche sobre Cuba,[9] y ha de andar seis horas. Allí, cerca, están sus fuerzas: pero no nos lleva a verlas: las fuerzas reunidas de Oriente—Rabí, de Jiguaní,[10] Busto, de Cuba, las de José, que trajimos. A caballo, adiós rápido. “Por ahí se van Uds.”—y seguimos, con la escolta mohína; ya entrada la tarde, sin los asistentes, que quedaron con José, sin rumbo cierto, a un galpón del camino, donde no desensillamos. Van por los asistentes: seguimos, a otro rancho fangoso,[11] fuera de los campamentos, abierto a ataque. Por carne manda Gómez al campo de José: la traen los asistentes. Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos.—[12]
Tomado de JM: “De Cabo Haitiano a Dos Ríos” (9 de abril-17 de mayo de 1895), Diarios de campaña. Edición anotada, investigación y apéndices de Mayra Beatriz Martínez, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2019, pp. 87-89.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1]Jagua de Bucuey.
[2]Entiéndase “La Mejorana”.
[3]Juan Maspons Franco.
[4]Entiéndase “vermut”.
[5]Se refiere a la Cámara de Representantes y su autoridad durante la Guerra de los Diez Años.
[6]Hace referencia a las dificultades surgidas entre Maceo y Flor durante los preparativos de la expedición, en Costa Rica. Desde diciembre del 1894, Martí ha escrito a Antonio Maceo para sugerirle a Flor Crombet como jefe de la partida; “Flor, con su inglés mediano y su aire de elegante, haría una buena cabecera de los amigos que han de ir a bordo” (JM: “Carta al general Antonio Maceo” [16 de diciembre de] 1894, OC, t. 3, p. 444; EJM, t. IV, p. 382). A la altura de febrero del 1895 Maceo comunica a Martí —quien había puesto a su disposición dos mil pesos en oro— que necesita al menos cinco mil pesos. El Apóstol le argumenta, ya desde Monte Cristi: “¿Que hacer en este conflicto? Vd. debe ir con su alta representación, y los valientes que están con Vd.? Pero Vd. me dice una vez y otra, que requiere una suma que no se tiene. Y como la idea de Vd. y de sus compañeros es indispensable, en una cáscara o en un leviatán, y Vd. ya se está embarcando, en cuanto le den la cáscara,—y yo tengo de Flor Crombet la seguridad de que, con menos de la suma ofrecida, puede tentarse con éxito la salida de los pocos que de ahí pueden ir, en una embarcación propia,—decido que Vd. y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí la expedición, dentro de los recursos posibles, porque si él tiene modo de que Vds. puedan arrancar de ahí con la suma que hay, ni Vd. ni yo debemos privar a Cuba del servicio que él puede prestar”. (JM: “Carta al general Antonio Maceo”, OC, t. 4, p. 70; EJM, t. V, pp. 78-79).
[7]En más de una ocasión, Martí ratificó su compromiso de que la “misión previa y transitoria” del Partido Revolucionario Cubano, cesaría el día en que pusiera “en Cuba su parte de la guerra que haya acordado con la isla”, pues esa organización política no tenía “cabeceras que levantar, ni jefes viejos o nuevos que poner sobre los del país, ni pretensiones que serían de un aliento arrolladas por el derecho anterior de la primera república, y el derecho nuevo y supremo del país”. [JM: “Los emigrados, las expediciones y la Revolución: el alzamiento supuesto de marzo”, Patria, Nueva York, 1º de abril de 1893, no. 55, p. 2; OC, t. 2, p. 275. (N. del E. del sitio web)].
[8]Véase el ensayo de Jorge Ibarra: “El ejército, libre, y el país, como país y con toda su dignidad representado” (capítulo IV), José Martí, dirigente, político e ideólogo, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2008, pp. 149-199. (N. del E. del sitio web).
[9]Se refiere a la antigua jurisdicción militar de ese nombre, del Departamento Oriental. Salvo que se aclare otra cosa, debe entenderse siempre así.
[10]Se refiere a la antigua jurisdicción militar de ese nombre, del Departamento Oriental.
[11]Fue donde acamparon, cerca de La Mejorana y prácticamente en las afueras del emplazamiento de las tropas del general Antonio Maceo, Gómez en su diario, anota: “pernoctamos solos y desamparados, apenas escoltados por veinte hombres bisoños y mal armados” (Máximo Gómez: Diario de campaña, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1969, p. 129). El “rancho fangoso” sin duda estaba en el territorio conocido como Banabacoa, mientras los Maceos durmieron en un lugar próximo: el Hondón de Majaguabo, campamento habitual de Antonio.
[12]A continuación, faltan las hojas correspondientes al 6 de mayo, de la página 28 a la 31 del original. La numeración que responde al foliado de las páginas —la cual fue realizada al pasar el manuscrito al archivo de Máximo Gómez y con posterioridad a la muerte de este— es continua, de manera que, con seguridad, las sustrajeron antes de integrar dichos fondos. Los pormenores de este hecho no han sido totalmente esclarecidos. Ramón Garriga, custodio del manuscrito en tierra cubana, testimonió para el Diario de la Marina (22 de febrero de 1948), que lo llevaba en sus alforjas y solo se lo entregaba a Martí cuando él iba a realizar sus anotaciones. Por eso lo tenía en su poder durante el combate de Dos Ríos y tras la muerte del Apóstol se lo entregó a Gómez sin que le faltaran hojas. // Se sabe lo que ocurrió durante esa jornada del 6 de mayo: al parecer, en desagravio, Maceo convida a Martí y Gómez a visitar su campamento y los presenta a la tropa. En carta a Carmen Miyares, de 9 de mayo de 1895, Martí reseña el hecho: “¡Qué entusiasta revista la de los 3 000 hombres de a pie y a caballo que tenía a las puertas de Santiago de Cuba!” (JM: “Carta a Carmen Miyares de Mantilla”, OC, t. 20, p. 230; EJM, t. V, pp. 233-234). Se conserva en el lugar el bosquecillo de tamarindos bajo cuya sombra conversaron los tres generales aquel día. Martí, Gómez y su escolta de veinte hombres, continúan después camino por la Sabana de la Burra, en pos de la zona de Jagua de Bucuey. Se ha considerado, efectivamente, que esa noche del 6 al 7 tuvieron campamento allí, y Gómez también lo señala en su diario. Martí corrobora que salen de Jagua a inicios del día 7 (página 32 del manuscrito).