LA INDEPENDENCIA DE CUBA Y LA PRENSA

DE LOS ESTADOS UNIDOS

Cuando el interés actual o futuro, el miedo al sacrificio, y la tradición oligárquica, pudieran intencionalmente demorar o impedir, en Cuba y en Puerto Rico, el conocimiento del espíritu y fines del Partido Revolucionario Cubano, cuando el temor exagerado de la inevitable lucha, y el poco saber de los cubanos mismos sobre los recursos suficientes de Cuba para la guerra y la república, mueven a hombres útiles a desear, para el mal urgentísimo, el remedio fantástico de la anexión a los Estados Unidos, que es a la política verdadera de Cuba como la alquimia a la química, y a la política verdadera de América como el veneno en la copa; cuando pudieran los cubanos ignorantes o imprevisores tener en menos de lo que deben el esfuerzo cordial de sus compatriotas por componer en una política equitativa los restos desordenados o dañinos de la guerra descompuesta, y de la política equivocada de la paz,—es oportuno tomar nota del respeto que el Partido Revolucionario Cubano inspira a la prensa extranjera, y principalmente, a la de los Estados Unidos.

     Patria hubiera podido, y debido acaso, publicar las apreciaciones con que algunos de los periódicos de más peso del Norte, como el Herald y el Sun, el Times y el Journal of Commerce, comentaron los actos públicos recientes del Partido Revolucionario Cubano, y los relatos y juicios de los diarios de peso del Estado de la Florida, que vieron de cerca los métodos y fines del Partido, y castigaron de alto, y por anticipación, a los que, por error de ligereza o voluntad enemiga, quisiesen presentar los trabajos encaminados a reunir con energía y rapidez los recursos necesarios a la revolución como trabajos personales y alocados, con el fin preciso e inmediato de intentar la revolución sin recursos, o sin más que aquellos escasísimos que pueden venir del fanatismo, la vanidad y la imprudencia. Pero Patria[1] vive más preocupada de lo que queda por hacer, que de lo que tiene ya hecho; y fía a la larga en la honradez de sus compatriotas.

     Mas hoy sí viene a cuento, por el servicio público que importa, la reproducción de algunos de los conceptos, ya que el espacio no permite la de todos, con que el periódico más respetado de Filadelfia, el Public Ledger, comenta la recepción de los cubanos de aquella ciudad al Delegado del Partido.[2] De los muchos diarios de aquella ciudad, donde la cuestión de Cuba es hoy muy llevada y traída, no dejó uno de describir con visible estimación, la entusiasta asamblea, lo que es muy de notar, particularmente, por el hecho de que la última de las resoluciones de ella se declaraba, en plena verdad, hostil al pensamiento de anexión, que los observadores ligeros, hechos a ver sus deseos como soluciones, creen más arraigado en esa ciudad misma de Filadelfia, donde fincan hoy intereses muy valiosos, y para Cuba infecundos, en la extracción y transporte de la riqueza minera del Departamento Oriental. Pero de entre esas opiniones, ganadas naturalmente con una política franca y viril, solo extractará Patria la del periódico que guía y refleja mayor suma de opinión en el Estado de donde, por intereses encubiertos de traficantes codiciosos y ásperos, han solido nacer en no lejanos días crueles, censuras de Cuba y de sus hijos. Así empieza el artículo “Cuba Libre” del Public Ledger del 18 de agosto:

     “Anoche se celebró una reunión de cubanos y simpatizadores con la independencia de Cuba. El mundo todo ama a quien sabe amar, y a quien ama a su patria. La causa de Cuba despierta simpatía por muchas razones; pero principalmente por el respeto que merece el sentimiento que anima el actual movimiento revolucionario. En cuanto se puede juzgar por los sentimientos patentes en los oradores y en la concurrencia, este es un movimiento vigoroso y digno en todo sentido de hombres honrados y amigos de su país”.

     Censura luego el artículo a los cubanos que creyesen que unas cuantas libras de pólvora, o de dinamita, podían echar a España de su colonia valiosa; y de esta parte del artículo, viniendo como viene esta opinión del diario de más fuerza, y de más relaciones, del Estado de Pennsylvania,—lo más útil y oportuno es sin duda la frase en que dice; al hablar de los remedios posibles de la situación de Cuba, que:—“las negociaciones con los poderes extranjeros serían tan ridículas como el cambio de rey de las ranas, que se cansaron del rey de palo y cayeron en el rey estornino”.

     Pero el párrafo más jugoso, y de más provechosa advertencia para los que hubieran podido equivocar el modo de dirigirse a un país altivo, y libre por su propio esfuerzo, el párrafo que indica lo que se puede aprovechar de estos vecinos nuestros en nuestra situación, y lo que no se debe esperar, es el que cierra el artículo “Cuba Libre” de un diario donde no se escribe una sola palabra en vano, y dice así:

     “Aparte de la simpatía con que los Estados Unidos han visto la lucha de Cuba por su independencia, hay una razón de mucha monta para que, como nación, tome un interés profundo en la suerte de Cuba. Hay una política de naciones, como hay una política de barrio, y ha venido a ser pesadilla constante de los que piensan en estas cosas la idea de que Cuba cayese en las manos de Inglaterra o de Alemania. Los Estados Unidos no pueden tomar a Cuba bajo su protección; pero tampoco pueden ver esta rica y adelantada isla en manos de un poder extranjero, y tal vez enemigo. El daño a nuestro comercio sería muy grande, y mayor el de nuestro prestigio. Pero esto tiene comparativamente poco que hacer con nuestros afectuosos sentimientos hacia Cuba y sus patrióticos ciudadanos, que nacen del deseo fraternal de un país hermano que le desea vientos bonancibles y la obediencia al mandato bíblico, escrito en nuestra vieja campaña de la libertad: ¡Proclámese la libertad por todo el mundo, para todos los habitantes de la tierra!

[José Martí]

Patria, Nueva York, 27 de agosto de 1892, no. 25, pp. 2-3; OC, t. 2, pp. 148-150.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1]  Autorreferencia de José Martí.

[2] José Martí.