A GONZALO DE QUESADA Y ARÓSTEGUI
Nueva York, octubre 17/89
Nada de lo que me dice me sorprende, que ya sabía yo que me lo habían de querer bien. A la melancolía es a lo que le ha de tener miedo, aunque de sobra sé que no ha de salir mal de esta otra prueba de hombre. Solo el constante dura. Y en cuanto a amores, hay que gustar a la vez, con la pasión, a la hija, y con el trabajo, alegre y varonil, al suegro. No piense en volver, porque eso le puede quitar peso y seguridad a lo que haga. Vea que lo he presentado como persona firme y discreta, según yo sé que es; y que a las estrellas, según dice el verso latino, no se sube por caminos llanos.
Muy bien me parece el sueldo,[1] y el que esté en amistad con un hombre a quien quiero tanto como José Ignacio Rodríguez. En pocas personas hay una unión tan feliz del juicio claro y la hermosura del alma. Es un modelo de entendimiento perspicaz y lúcido. Tiene en los yankees más fe que yo: pero ¿por esto lo he de querer menos? Dígame si lo ha hallado bien de salud, y si lo ve frecuentemente.
¿Cómo mandó la carta al Cayo? La dirección es Luis Fabré; y un apartado que olvido. ¿La puso con el nombre del periódico?[2] No tema, que la elocuencia nunca le falta al que escribe “de la abundancia del corazón”.
Mande y quiera a su amigo
[OC, t. 6, pp. 119-120. Cotejada con el manuscrito original].
Tomado de José Martí: Epistolario, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Plá; prólogo de Juan Marinello, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1993, t. II, pp. 132-133.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Se refiere al que habría de devengar Gonzalo de Quesada como secretario del doctor Roque Sáenz Peña, delegado de la República Argentina a la Conferencia Internacional Americana.
[2] Indudablemente, se trata de un texto sobre la Conferencia, enviado a un periódico de Cayo Hueso, es probable que fuera El Rifle.

