A GONZALO DE QUESADA Y ARÓSTEGUI
[Nueva York] sábado 14 [de diciembre de 1889]
Anoche a vuela pluma le contesté, y ahora recibo, con agradecimiento y provecho, el dato que me manda.
En las cosas de la Conferencia, veo con júbilo que la Argentina crece en autoridad. Pero ¿no nota Vd. que está como vencida de antemano, y como rodeada, en las únicas comisiones trascendentales de la Conferencia, no porque las otras no debieran serlo, sino porque solo sirven de ocasión y disfraz para las dos que llamaré yo comisiones reales:—la de Ley Internacional y la del Bien General? Ya sabía yo, y dije, que estarían en ella los que están. A Quintana [1] le dan puesto, para alardear de imparcialidad, porque lo creen vencido. Vea cómo está compuesta la Comisión del Bien General: la encabeza Henderson,[2] el caudillo de la agresión: están, por supuesto, Guatemala, cuya historia íntima con los Estados Unidos es poco menos que odiosa, es odiosa,—y Bolet,[3] el blainista confeso. ¿A Colombia, quién no la teme, aunque en Hurtado[4] hay valer, si se tienen en cuenta las obligaciones secretas, y las necesidades políticas y financieras, de Núñez?[5] ¿El Brasil, puede rebelarse francamente contra su único mercado, y después de los agasajos de Henderson? Bolivia parece venir aquí con más amores de los que convienen a la paz y desarrollo natural de la República Argentina.—Y en la comisión de Ley Internacional, todo está en saber quién es Caamaño.[6] ¿Por qué vuelven a estar allí, si no están para algo, Cruz[7] y Bolet? Difícil, pero hermoso y envidiable puesto, ha dado la fortuna a Quintana.—El guardián de la América Latina.
Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra,—para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales de los pueblos libres:—ni maldad más fría. ¿Morir, para dar pie en qué levantarse a estas gentes que nos empujan a la muerte para su beneficio? Valen más nuestras vidas, y es necesario que la Isla sepa a tiempo esto. ¡Y hay cubanos, cubanos, que sirven, con alardes disimulados de patriotismo, estos intereses!
Vigilar, es lo que nos toca; e ir averiguando quién está dispuesto a tener piedad de nosotros.—Pronto, Gonzalo, la carta a El Rifle.[8]—Y a La Nueva Era.[9] Dé mi nombre al director, y escriba la carta pública, por su posición sin firma.[10] No le dé pena el secreto. La gloria, que al cabo es de quien la merece, tiene lo que llaman en México, a las noticias que vienen por el aire—“el correo de las brujas”.
Su
[OC, t. 6, pp. 127-129. Cotejada con el manuscrito original].
Tomado de José Martí: Epistolario, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Plá; prólogo de Juan Marinello, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1993, t. II, pp. 169-170.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Manuel Quintana, delegado de la República Argentina a la Conferencia Internacional Americana.
[2] John B. Henderson, delegado de los Estados Unidos.
[3] Nicanor Bolet Peraza, delegado de Venezuela.
[4] José M. Hurtado, delegado de Colombia.
[5] Rafael Núñez, presidente de Colombia.
[61] José María Caamaño, delegado de Ecuador.
[7] Fernando Cruz, delegado de Guatemala.
[8] El Rifle, periódico de Cayo Hueso.
[9] La Nueva Era, periódico de Cayo Hueso, fundado por Martín Morúa Delgado.
[10] Gonzalo de Quesada fungía en esos momentos como secretario particular de Roque Sáenz Peña, delegado argentino a la Conferencia Internacional Americana.

