NOTAS Y NOTICIAS

¿Que cómo se llama la política de dejar venir, de dejar deshacerse, de dejar podrirse a los pueblos cuya tierra se codicia, a cuyos habitantes se desdeña y se odia? Antes, cuando los Estados Unidos cayeron sobre México,[1] había dos opiniones entre los políticos de los Estados Unidos. Una era la de agredir, y otra la dejar podrir. Benton era el de agredir, y Polk, el Presidente, el de dejar podrir. Como cuando la guerra del 68, en aquella caricatura del Puck inglés, en que John Bull pregunta a Jonathan si aquella hermosa pera del peral que decía “Cuba” no valía la pena de subirse al árbol por ella, y Jonathan le decía: “¡Oh, no! más vale esperar: ella madurará, y ella caerá”. Que es poco mas o menos lo que dijo Palmer, el último ministro del Norte en Madrid: “Yo creo en lo de tender el delantal, y dejar que caiga en él la ciruela madura”. Pero eso es de viejo. Los desconocedores, y los que por falta de pujanza propia admiran demasiado la ajena, creen que es cosa nueva, y mérito de pasmoso estadista, esto de dejar podrir; mas ya se lo conocía cincuenta años atrás, y se le llamaba la política de la “inactividad magistral”. ¡Después, se hará lo que se hace con los pueblos podridos!

 


 

… “porque la verdadera democracia—ha dicho un estadista del Norte—no consiste en decir: “Yo soy tan bueno como tú”, sino más bien en decir: “Tú eres tan bueno como yo”.

 


 

     Un indio, hace muchos años, torcía[2] tabacos para vivir, en la ciudad de Nueva Orleans. El indio tabaquero echó un imperio abajo. Se llamaba Juárez.

     Y por el pueblo mismo donde su esposa fiel, para socorrer a su esposo desterrado, vendía agujas, chocolate, naranjas, encajes, en el tenducho que le compró un amigo, pasó, entre campanas y banderas, hace pocos días, una magnífica cabalgata! ¡Qué señores aquellos! ¡Qué amazonas! ¡Qué caballos magníficos! ¡Qué sombreros ricos! ¡Qué ternura y qué vivas los de las gentes! Eran los hijos del tabaquero que echó el imperio abajo. Eran los hijos de Juárez.

     Así dice un periódico de México: “¿Quién hubiera podido prever, cuando el presidente Juárez huía, llevando consigo la ensangrentada bandera de la patria, ante los soldados de Napoleón, que llegaría un día en que su hijo recorrería en triunfo las ciudades del Estado que se enorgullece de que en él haya visto la luz?”

[José Martí]

Patria, Nueva York, 7 de mayo de 1892, no. 9, p. 3; OC, t. 23, pp. 37-38.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1]Véase “Guerra de Estados Unidos contra México”.

[2]Palabras ilegibles en Patria. Se sigue la versión de OC desde “Un” hasta “tor”.