TEXTOS ANTIMPERIALISTAS DE

JOSÉ MARTÍ

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Selección, presentación y comentarios
Fina García Marruz

Otro Cuerpo de Consejo

En este artículo, sin duda el más importante de los tres,[310] se refiere a los países de América donde

por los compromisos oficiales del gobierno, o por olvido piadoso y extemporáneo de la mala obra de España en nuestro continente, pudiera la actividad cubana, en los límites breves de un pueblo menor, parecer ingratitud o intrusión a los países que han abierto a los cubanos los brazos […],

a los que recuerda que “Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana, y obra con la autoridad de tal. Al salvarse, salva. Nuestra América no le fallará, porque ella no falla a América”. Se refiere a la forma como las adulaba España, pidiéndoles

bajo la cubierta de academias felinas y antologías de pelucón, la limosna de que le dejen esclavas a las dos tierras de Cuba y Puerto Rico, que son, precisamente, indispensables para la seguridad, independencia y carácter definitivo de la familia hispanoamericana en el continente, donde los vecinos de habla inglesa codician la clave de las Antillas para cerrar en ellas todo el Norte por el istmo, y apretar luego con todo este peso por el Sur.[311]

     Es casi un antecedente de su última carta a Mercado, a pesar del encabezamiento inocuo del título, que parecía referirse a algo de orden interno del Partido. Nótese cómo prefiere, a nombrar directamente a los Estados Unidos, como otras veces, decir nuestros “vecinos de habla inglesa”: en pocos textos habló con más claridad de este “peligro mayor”[312] a que se refiere en “Nuestra América”. Este artículo da la clave del sentido verdadero de sus previsiones anteriores y su oculto carácter antimperialista. No es casual que en el artículo que abre el próximo número, “A la raíz”,[313] insista en que no es radical ni hombre verdadero el que no va a las raíces de las cosas;[314] insista en que “las entrañas de nuestra tierra saben de esto más de lo que se puede decir”, y se pregunte sí “este Norte a donde por fantasmagoría e imprudencia vinimos a vivir, y por el engaño de tomar a los pueblos por sus palabras”,[315] si a esta

agitada jauría, de ricos contra pobres, de cristianos contra judíos, de blancos contra negros, de campesinos contra comerciantes, de occidentales y sudistas contra los del Este, de hombres voraces y destituidos contra todo lo que se niegue a su hambre y a su sed, a este horno de iras, a estas fauces afiladas, a este cráter que ya humea, vendremos ya a traer, virgen y llena de frutos, la tierra de nuestro corazón.[316]

JM: “Otro Cuerpo de Consejo”, Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893, no. 75, p. 2; OC, t. 2, pp. 373-374.

¡A Cuba!

     Vibrante editorial escrito con motivo del conflicto en el Cayo, ocasionado por la huelga de los tabaqueros cubanos de La Rosa Española, y la inicua actitud norteamericana de aceptar a los rompehuelgas españoles, dejando en la miseria a cientos de familias cubanas. Fue un fuerte golpe a la Revolución, que nutría principalmente sus fondos de los aportes de los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso, pero, sobre todo, una injusticia con aquellos cubanos fundadores que habían hecho de aquel “islote desierto”,[317] centro comercial e industrial y que veían ahora a la república que creían modelo de “equidad y prestigio de la ley”, quitar “el pan de la boca del trabajador”:

[…] encarcelan a hombres inocentes, arrastran a un calabozo al que lleva a la cárcel un recado, piden para los cubanos el patíbulo en la plaza pública, ostentan en el pecho como un honor los colores que simbolizan en América la tiranía, y han flotado, sangrientos, sobre las ruinas de nuestras casas y los cadáveres de nuestros hermanos. ¡Ellos, los republicanos de América, con la insignia del asesinato al pecho! […] ¿Conque los echaban, como a los zorros de California, como a los últimos tejanos, de la ciudad que habían levantado, más que con el producto de su industria, con el tesón y empuje de su patriotismo? […] ¡A Cuba! dice el alma entera, después de este engaño del Cayo, después de este golpe brutal en nuestro cariño y en nuestras soluciones: ¡a la única tierra del mundo de donde no nos echarán como a los zorros de California, y como a los tejanos![318]

     El artículo se publicó también en inglés[319] y tuvo un enorme impacto incluso en la opinión norteamericana. En el mismo número publicó un breve artículo, “La protesta de Thomasville”,[320] documento escrito por los nobles cubanos de una fábrica “contra el increíble reino del terror, latente por desdicha en el corazón de este país”, y se refiere a cómo “asombraron sus vecinos de habla inglesa a los cubanos de Key West, trayendo a boca de fusil obreros extraños a sentarse a las mesas que por años habían ocupado sus compañeros desposeídos”. Aunque de menos importancia que el anterior, reitera lo de “el robo fácil de una buena parte de México”,[321] y señala sobre todo “el carácter cesáreo y rapaz” que habían ido “criando” en ese país “la conquista y el lujo”.

JM: “¡A Cuba!”, Patria, Nueva York, 27 de enero de 1894, no. 96, pp. 1-2; OC, t. 3, pp. 47-54.

Los cubanos de Jamaica y los revolucionarios de Haití

     Aunque se refiere centralmente a la utilización tendenciosa que hacían las agencias españolas del supuesto “peligro negro” para frenar la Revolución con el temor de una “guerra de razas”[322] o alzamiento semejante al de Haití, denuncia como “el único problema de Cuba” la entrega que haría la oligarquía criolla al amo extranjero en la república:

Ya en Cuba está planteado el problema inevitable de todos los pueblos, y ese es en realidad el único problema de Cuba, que explica las confusiones aparentes del país, como explica la catástrofe de la guerra: la minoría soberbia, que entiende por libertad su predominio libre sobre los conciudadanos a quienes juzga de estirpe menor, prefiere humillarse al amo extranjero, y servir como instrumento de un amo u otro, a reconocer en la vida política, y confirmar con la justa consideración del trato, la igualdad del derecho de todos los hombres.[323]

     Es uno de los textos en que con más claridad expone lo que solo confiará totalmente en su última carta a Mercado: la alianza probable, después de lograda la independencia, entre la oligarquía criolla y el amo extranjero, el problema social que latía al fondo del político: “No nos ofusquemos con nombres de independencia, u otros nombres meramente políticos. Nada son los partidos políticos si no representan condiciones sociales”.[324]

JM: “Los cubanos de Jamaica y los revolucionarios de Haití”, Patria, Nueva York, 31 de marzo de 1894, no. 105, pp. 1-2; OC, t. 3, pp. 103-106.

El tercer año del Partido Revolucionario Cubano

     Tiene el subtítulo “El alma de la Revolución, y el deber de Cuba en América”. Es un texto capital. No es solo un señalamiento más de los objetivos inmediatos del Partido (liberación de Cuba y Puerto Rico) sino una distinción útil entre los elementos del “señorío cubano antiguo” que en la República continuaría acorralando a la masa obrera que despreciaba, y aquellos otros elementos de ese mismo señorío que en los trabajos, primero de la guerra y luego en el destierro, llegó a fundirse con la masa trabajadora creando “un pueblo nuevo”. Solo por la unión de este señorío que llama “útil” (para distinguirlo del “napolitano” y “desdentado”)[325] con la masa trabajadora, se podría triunfar de España y evitar la codicia norteamericana, asegurando, en la balanza continental, el equilibrio americano:

En el fiel de América están las Antillas,[326] que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder,—mero fortín de la Roma americana;—y si libres,—y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora,—serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del Norte, que en el desarrollo de su territorio,—por desdicha, feudal ya, y repartido en secciones hostiles,—hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo.[327]

     Insta a las Antillas esclavas a ocupar “su puesto de nación en el mundo americano, antes de que el desarrollo desproporcionado de la sección más poderosa de América convierta en teatro de la codicia universal las tierras que pueden ser aún el jardín de sus moradores, y como el fiel del mundo”. Advierte al final de este artículo: “Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos”.

Y concluye. “¡Los flojos, respeten: los grandes, adelante! Esta es tarea de grandes”.[328]

 JM: “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano. El alma de la revolución, y el deber de Cuba en América”, Patria, Nueva York, 17 de abril de 1894, no. 108, p. 2; OC, t. 3, 138-143.

El lenguaje reciente de ciertos autonomistas

     Señala el peligro mayor que ve en el autonomismo, que no era el de su influjo actual en Cuba, que cree nulo y muerto desde hacía tiempo, sino el peligro futuro, que prevé y apunta una vez más, de la alianza —una vez lograda la independencia— de esta oligarquía criolla con los Estados Unidos, a los que alude, sin nombrarlos directamente:

A la realidad estamos aquí, y hemos de estar allá todos, y no a la combinación ya extinta, con nombre de autonomismo, de las diversas fuerzas públicas que, a faltar vigilancia y acción, hubieran podido convertirse en Cuba en el funesto imperio de una oligarquía criolla, sin el poder siquiera de la inmoral riqueza con que en otro tiempo se empezó a fundar, y cuya existencia solo se hubiera podido mantener por la liga encubierta con el poder español, o por la entrega del país a una civilización extraña, que niega a Cuba la capacidad probada para el gobierno libre, y declara necesitar de ella para fines sociales y estratégicos hostiles a la paz  y albedrío del país. Ese era el peligro del autonomismo, y para salvar los cubanos de él, autonomistas o no, hemos acá afuera, trabajado y vivido.[329]

     Es un texto de gran importancia, donde enjuicia el mismo problema que expone en su última carta a Mercado, solo que, desde la perspectiva, no de los Estados Unidos, sino de los autonomistas cubanos que harían el juego al nuevo “amo yanqui” como antes al español.[330] Aunque aquí expresa con más claridad sus temores acerca de este “nuevo lenguaje” que emplearían los viejos oligarcas criollos, valga recordar que, desde el comienzo de su campaña en Patria, ya advertía en carta a Serafín Sánchez de agosto 18 de 1892, cómo, “con el pretexto del rumor expedicionario”, ya habían hablado autonomistas y anexionistas de unión. Unos y otros sabían que tenían que aliarse a España o a los Estados Unidos, y que tenían solo un común enemigo: la Revolución.[331]

JM: “El lenguaje reciente de ciertos autonomistas”, Patria, Nueva York, 22 de septiembre de 1894, no. 130, pp. 1-2; OC, t. 3, pp. 263-266.

Las guerras civiles en Sudamérica

     Se refiere a los que exageran la frecuencia de las guerras civiles en Sudamérica, sin conocer ni ahondar en sus causas verdaderas. Ignorancia que había en los Estados Unidos acerca de nuestros países. El artículo es breve, pero contiene su conocida y sintética frase: “los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de los Estados Unidos”.[332]

     No aparece en las Obras completas[333] en los tomos referentes a Cuba, donde están los artículos de Patria, sino entre los relativos a nuestra América, aunque indica su publicación en este periódico.

     Podríamos añadir a esta selección, como artículo complementario.

JM: “Las guerras civiles en Sudamérica”, Patria, Nueva York, 22 de septiembre de 1894, no. 130, p. 2; OC, t. 6, pp. 26-27.

La verdad sobre los Estados Unidos

     Apareció tardíamente en el tomo 28, Nuevos materiales, y se añadió a las Obras completas.[334] Este artículo está dirigido, principalmente, a los anexionistas de buena fe, que par admiración incon­sulta al progreso que veían en los Estados Unidos, o por “yanquimanía” inocente, “fruto de uno u otro saltito de placer, como quien juzga de las entrañas de una casa, y de las almas que en ella ruegan o fallecen, por la sonrisa y lujo del salón de recibir”; por “pereza moral o aristocracia risible”, que admira “en público lo rubio como propio y natural” para encubrir su origen, “que tienen por mestizo y humilde”; por “idealismo político o ingenuidad recién llegada”, ignoraban “la verdad sobre los Estados Unidos”, que era preciso conocer, no porque hubiese diferencia sustancial “entre el egoísta sajón y el egoísta latino”, o “el sajón generoso o el latino generoso”, sino por la real diversidad de elementos y circunstancias que dieron origen a la fundación de sus países, y para evitar que la excesiva fe en lo ajeno debilitase, con “la desconfianza inmotivada y funesta de lo propio”. Considera “supina ignorancia” o “ligereza infantil” creer que los Estados Unidos eran “una nación total e igual, de libertad unánime y de conquistas definitivas”, sin ver la radical diferencia de sus distintas regiones que tres siglos de “comunidad forzosa” no habían logrado fundir sino por el contrario exacerbar, acentuando esas diferencias primarias y convirtiendo la federación innatural en un estado áspero de violenta conquista. Era “de gente menor, y de la envidia incapaz y roedora” negar “en redondo” sus méritos y “gran­deza patente” a los Estados Unidos, para “empinársele[s] de agore­ros”. Pero “no augura, sino certifica, el que observa[ba] cómo en los Estados Unidos”

en vez de apretarse las causas de unión, se aflojan; en vez de resolverse los problemas de la humanidad, se reproducen; […] en vez de robustecerse la democracia, y salvarse del odio y miseria de las monarquías, se corrompe y aminora la democracia, y renacen, amenazantes, el odio y la miseria. Y no cumple con su deber quien lo calla, sino quien lo dice.

     Propone una sección permanente en Patria, que inaugura en este número, “Apuntes sobre los Estados Unidos”, donde, “estricta­mente traducidos de los primeros diarios del país”, se publiquen o revelen, “no el crimen o la falta accidental—y en todos los pueblos posibles—en que solo el espíritu mezquino halla cebo y contento”, sino aque­llos caracteres constantes, de constitución, que demuestren su carácter “crudo, desigual y decadente”, que pruebe “la existencia, en ellos continua, de todas las violencias, discordias, inmoralidades y desórdenes” de que culpaban solo a los pueblos hispanoamericanos, y “la realidad política de América”.[335]

JM: “La verdad sobre los Estados Unidos”, Patria, Nueva York, 23 de marzo de 1894, no. 104, pp. 1-2; OC, t. 28, pp. 290-294.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[310]JM: “La crisis y el Partido Revolucionario Cubano”, Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893, no. 75, pp. 1-2; OC, t. 2, pp. 367-370; “Pobreza y patria”, Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893, no. 75, p. 2; OC, t. 2, pp. 370-372; y “Otro Cuerpo de Consejo”, Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893, no. 75, p. 2; OC, t. 2, p. 373-374.

[311]“Otro Cuerpo de Consejo”, ob. cit., p. 373.

[312]El desdén del vecino formidable que no la conoce es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre, y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele, y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad”. [Nuestra América. Edición crítica, ob. cit., p. 49. (Las cursivas son del E. del sitio web)].

[313]JM: “A la raíz”, Patria, Nueva York, 26 de agosto de 1893, no. 76, pp. 1-2; OC, t. 2, pp. 377-380.

[314]“A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su fondo. Ni hombre, quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres”. (Ibíd., p. 2; OC, t. 2, p. 380).

[315]Ibíd., p. 1; OC, t. 2, pp. 378 y 379, respectivamente.

[316]Ibíd., p. 2; OC, t. 2, pp. 379-380.

[317]“Vindicación de Cuba”, ob. cit., p. 213.

[318]JM: “¡A Cuba!”, Patria, Nueva York, 27 de enero de 1894, no. 96, p. 2; OC, t. 3, pp. 50-51.

[319]Consideró Martí tan importante para la solución del conflicto en el Cayo su artículo “¡A Cuba!”, que hubo de darlo en inglés, como suplemento de Patria, tal como se reproduce en OC, t. 3, pp. 54-62.

Del interés de este artículo y del buen éxito que tuvo, es muestra la siguiente mención publicada en Patria del 9 de febrero, no. 98, p. 3 del mismo año:

“¡A CUBA!”

     Patria, en la imposibilidad de responder como debiera a cada una de las muestras de cariño que le han merecido el artículo “¡A Cuba!” y su versión inglesa, las agradece aquí públicamente.—¿Qué mérito hay en conocer la virtud y proclamarla, ni en decir la verdad?—Lo increíble sería ver padecer a nuestro pueblo, y no amarlo. Agradece Patria, sobre todo, el respeto y aplauso que ha obtenido la versión inglesa de los lectores norteamericanos.

[320]JM: “La protesta de Thomasville”, Patria, Nueva York, 27 de enero de 1894, no. 96, p. 3; OC, t. 3, pp. 62-63.

[321]Véase Guerra de Estados Unidos contra México.

[322]“Entre los objetos infames de las agencias españolas en el extranjero, está, naturalmente, el de avivar el miedo que los cubanos pudieran tener a la revolución, por suponer que con ella viene lo que uno u otro timorato o espía osa llamar ‘guerra de razas’, olvidando la suprema lección de los diez años creadores, cuando morimos tantas veces juntos, unos en brazos de otros, y con los disparos gemelos de nuestros fusiles oreamos el aire tenebroso para que sea palacio pacífico de la libertad. Juntos, rodilla a rodilla, echamos un mundo entero abajo. Lo que queda son las ruinas, y andamos desembarazándonos de ellas: se tarda un poco, de tanta púa y sierpe que nace entre los muros caídos; pero ya vamos a llegar al claro […]”.  (JM: “Los cubanos de Jamaica y los revolucionarios de Haití”, Patria, Nueva York, 31 de marzo de 1894, no. 105, p. 1; OC, t. 3, p. 103).

[323]Ibíd., p. 1; OC, t. 3, p. 104.

[324]Ídem.

[325]JM: “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano. El alma de la revolución, y el deber de Cuba en América”, Patria, Nueva York, 17 de abril de 1894, no. 108, p. 2; OC, t. 3, pp. 140-141.

[326]“[…] las Antillas son políticamente el fiel de la balanza, el verdadero lazo […] del porvenir”. (Eugenio María de Hostos: Diario 28 de marzo de 1870, Diario, Obras completas. Edición crítica, Puerto Rico, Instituto de Estudios Hostosianos, Universidad de Puerto Rico, 2000, v. 1, t. 1, pp. 284‑285).

Betances precisa, al respecto, que las islas deben “ser como indica su posición, un centro […] entre todos los pueblos […] base a la nueva nación antillana […] destinada a servir de columna a la balanza del mundo”. (Ramón Emeterio Betances: “Cuba”, en Ramón Emeterio Betances, selección y prólogo de Haroldo Dilla y Emilio Godínez, Casa de las Américas, La Habana, 1983,  pp. 144‑145).

[327]“El tercer año del Partido Revolucionario Cubano. El alma de la revolución, y el deber de Cuba en América”, ob. cit., p. 2; OC, t. 3, p. 142.

[328]Ibíd., p. 2; OC, t. 3, pp. 139 y 143, respectivamente.

[329]JM: “El lenguaje reciente de ciertos autonomistas”, Patria, Nueva York, 22 de septiembre de 1894, no. 130, p. 1; OC, t. 3, p. 264.

[330]“[…] el corresponsal del Herald, q. me sacó de la hamaca en mi rancho, me habla de la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta solo de que haya un amo, yankee o español, que les mantenga, o les cree, en premio de oficios de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante,—la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,—la masa inteligente y creadora de blancos y de negros”. (JM: “Carta a Manuel Mercado”, Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895, TEC, pp. 73-74).

[331]“Los españoles en gran acecho; los españoles de Cuba, que andan por acá, atentos y curiosos;—los anexionistas, con el pretexto del rumor expedicionario, hechos un pan con los autonomistas, que andan por acá merodeando;—la posibilidad de hacernos de amigos poderosos en la alta política del país;—la poca amistad del Gobierno actual de Washington, en instantes en que parecía posible una reclamación;—la dificultad, aún no vencida en cierta parte, de enviar a Cuba comisiones reales e idóneas;—la conveniencia de utilizar a las personas de paso, todavía no maduras para cosa mayor, a fin de que lleven a la Isla la prueba de nuestra acción moderada, que adelanta sin ellos, y el mentís de la fama de invasores y defraudadores en que de Cuba se nos quiere mantener, con la ayuda alevosa de los pocos malignos que por aquí aborrecen la revolución”. (JM: “Carta a Serafín Sánchez”, [Newport] 18 de agosto [de 1892], EJM, t. III, pp. 189-190. El énfasis es de JM).

[332]JM: “Las guerras civiles en Sudamérica”, Patria, Nueva York, 22 de septiembre de 1894, no. 130, p. 2; OC, t. 6, p. 26).

[333]JM: Obras completas, prólogo de Juan Marinello, La Habana, Editorial Nacional de Cuba, 1963-1975, 27 tomos. El 26 correspondió a los índices onomástico y geográfico, preparados por el doctor Enrique H. Moreno Pla, y el 27 a la Guía para las Obras completas de José Martí. (El tomo 28 fue publicado por la Editorial de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro). Existe una edición de la Editorial Ciencias Sociales, 1993. Además, de las ediciones digitales (27 tomos) del Centro de Estudios Martianos y la Asociación de Radio Cine y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 2001 y 2002, que contiene materiales complementarios.

[334]Figuraba ya en las publicadas por la Editorial Lex en 1946 (v. I, t. II, pp. 2035-2038).

[335]“La verdad sobre los Estados Unidos”, ob. cit.