TEXTOS ANTIMPERIALISTAS DE

JOSÉ MARTÍ

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Selección, presentación y comentarios
Fina García Marruz

CARTA ABIERTA A RICARDO RODRÍGUEZ OTERO

[…] jamás, salvo en lo recóndito de algunas almas generosas, fue Cuba para los Estados Unidos más que posesión apetecible, sin más inconveniente que sus pobladores, que tienen por gente levantisca, floja y desdeñable;[95] quien lee sin vendas lo que en los Estados Unidos se piensa y escribe, desde la odiosa carta de instrucciones de Henry Clay en 1828,[96] cuando los Estados Unidos “estaban satisfechos con la condición de Cuba, y por el interés de ellos no deseaban cambio alguno”, hasta lo que de sí propio dicen en su conversación y en su poesía, hasta el “Somos los romanos de este continente”, de Holmes:[97] “Somos los romanos, y llegarán a ser la guerra y la conquista nuestra ocupación permanente” […] quien ama a su patria con aquel cariño que solo tiene comparación, por lo que sujetan cuando prenden y por lo que desgarran cuando se arrancan, a las raíces de los árboles,―ese no piensa con complacencia, sino con duelo mortal, en que la anexión pudiera llegar a realizarse; y en que tal vez sea nuestra suerte que un vecino hábil nos deje desangrar a sus umbrales, para poner al cabo, sobre lo que quede de abono para la tierra, sus manos crueles, sus manos hostiles, sus manos egoístas e irrespetuosas.[98]

     Carta escrita con ocasión de un libro que en recuerdo de su viaje por los Estados Unidos hizo Rodríguez Otero, y en el que atribuía a Martí el haber dicho que acataría “sin reserva alguna la solución que España dé a los problemas de Cuba, si llega a satisfacer a la mayoría de mis compatriotas”. Martí le aclara que “en mis labios no sería sincera, ni en mi corazón, esa palabra de acatamiento” a España.[99] Aunque es sobre todo un texto antianexionista, ya prevé con toda claridad peligros posteriores para nuestra patria. La alusión a “los romanos del continente” —dicho aquí con la convicción, no la interrogante, acerca de que ya lo eran— es otro argumento a favor de que su pregunta: “¿Qué va a ser América: Roma o América […?]”,[100] es anterior a 1894, fecha en la que Martí ya había escrito y denunciado el peligro y realidad del imperialismo norteamericano.

JM: “Carta abierta a Ricardo Rodríguez Otero”, New York, 10 de mayo de 1888. Publicada en El Avisador Cubano de Nueva York, el 16 de mayo de 1888, OCEC, t. 29, pp. 205-211.

VINDICACIÓN DE CUBA

     Tercera parte del folleto Cuba y los Estados Unidos, editado en El Avisador Hispanoamericano, 1889, publicado por Martí, quien en las dos primeras partes traducía y reproducía los artículos en torno a la anexión y compra de Cuba por los Estados Unidos, “¿Queremos a Cuba?”, de The Manufacturer de Filadelfia, y “Una opinión proteccionista sobre la anexión de Cuba”, comentario sobre el anterior, publicado en The Evening Post de New York del 21 de marzo de este año, 1889, año de la radicalización de su pensamiento antimperialista, año de la Conferencia Internacional Americana.

     Martí escribe al director de The Evening Post rogándole le permita referirse en sus columnas a “la ofensiva crítica de los cubanos publicada en The Manufacturer de Filadelfia”,[101] esta “Vindicación de Cuba” que aparecería el 25 de marzo de 1889, y que después publicará en la tercera parte de su folleto, donde contestaba a los pronunciamientos injuriosos contra la población blanca y negra de Cuba y la proposición de repoblarla con ciudadanos blancos norteamericanos. “¿Se nos ha de llamar”, escribe Martí, “un pueblo ‘afeminado’”? y les recuerda:

Esos jóvenes de ciudad y mestizos de poco cuerpo supieron levantarse en un día contra un gobierno cruel,[102] pagar su pasaje al sitio de la guerra con el producto de su reloj y de sus dijes, vivir de su trabajo mientras retenía sus buques el país de los libres en el interés de los enemigos de la libertad, obedecer como soldados, dormir en el fango, comer raíces,[103] pelear diez  años sin paga, vencer al enemigo con una rama de árbol , morir —estos hombres de dieciocho años, estos herederos de casas poderosas, estos jovenzuelos de color de aceituna— de una muerte de la que nadie debe hablar sino con la cabeza descubierta; murieron como esos otros hombres nuestros que saben, de un golpe de machete, echar a volar una cabeza, o de una vuelta de la mano, arrodillar a un toro. Estos cubanos “afeminados” tuvieron una vez valor bastante para llevar al brazo una semana, cara a cara de un gobierno despótico, el luto de Lincoln[104].[105]

     Termina diciendo:

La lucha no ha cesado. Los desterrados no quieren volver. La nueva generación es digna de sus padres. Centenares de hombres han muerto después de la guerra en el misterio de las prisiones. Solo con la vida cesará entre nosotros la batalla por la libertad.[106]

     Se refiere a la “verdad triste” y

la esperanza poco viril de los anexionistas,[107] de obtener la libertad sin pagarla a su precio, y por el temor justo de otros, de que nuestros muertos, nuestras memorias sagradas, nuestras ruinas empapadas en sangre, no vinieran a ser más que el abono del suelo para el crecimiento de una planta extranjera, o la ocasión de una burla para The Manufacturer de Filadelfia.[108]

JM: «Vindicación de Cuba», Nueva York, 21 de marzo de 1889, OCEC, t. 31, pp. 213-219.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[95]Véase “Vindicación de Cuba”, ob. cit., pp. 214-216.

[96]El escrito fue presentado y ampliamente publicitado en 1828 por Henry Clay, entonces Secretario de Estado en el gobierno de John Q. Adams, en momentos en que las jóvenes repúblicas sudamericanas, bajo el liderazgo de Simón Bolívar, en guerra con España, anticipaban el regreso de la metrópoli al continente sudamericano, y como medida preventiva planificaban el envío a Cuba y Puerto Rico de una fuerza expedicionaria para expulsar a España de las últimas colonias en el Caribe y negarles esos puntos de concentración a una fuerza invasora. Los planteamientos de Henry Clay eran una paráfrasis de la Doctrina Monroe, una advertencia a España y Europa de que Estados Unidos no admitiría una medida que alterara las condiciones políticas en Sudamérica. A la postre, la acción diplomática resultó un factor disuasivo y, paralelamente, fue vista como positiva por los intereses expansivos de los estados esclavistas sureños.

[97]Oliver W. Holmes. Esta frase se encuentra en Autocrat of the breakfast table 1858-1891, capítulo 1. El texto, en traducción libre del inglés, es el siguiente: “Somos los romanos del mundo moderno ―el gran pueblo asimilador. Los conflictos y las conquistas son en nuestro caso accidentes necesarios, como lo fueron también para nuestros prototipos”.

[98]JM: “Carta abierta a Ricardo Rodríguez Otero”, New York, 10 de mayo de 1888 (El Avisador Cubano, Nueva York, 16 de mayo de 1888), OCEC, t. 29, p. 210.

[99]Ibíd., pp. 205-206.

[100]“¿Qué va a ser América: Roma o América, César o Espartaco? ¿Qué importa que el César no sea uno, si la nación, como tal una, es cesárea ¡Abajo el cesarismo americano! La tierra de habla española son (sic) las que han de salvar en Am.[érica] la libertad, las que han de abrir el continente nuevo a su servicio de albergue. La mesa del mundo está en los Andes”. (“[De pronto, como artesa de siglos]”, ob. cit., p. 412).

[101]“Vindicación de Cuba”, ob. cit., p. 213.

[102]A propósito, en “La República argentina en los Estados Unidos. Un artículo del Harper’s Monthly, Martí constataba: “Davides han hecho más que Goliathes. San Martín no se cuenta que pesase montes: Bolívar pesaba tanto como su espada: el cura Hidalgo llegaría a unas ciento treinta libras”. (La Nación, Buenos Aires, 4 de diciembre de 1887, OCEC, t. 27, p. 34). En un fragmento relacionado con esta crónica, se refería a que “Thiers cabía en una uña: No se sabe que Voltaire fuese cargador de muelle: Cualquier vaquero asesino le saca a Napoleón más de un codo de estatura”. (OCEC, t. 27, p. 41).

[103]Se añade coma.

[104]Autorreferencia de José Martí. En carta a Ángel Peláez fechada en Nueva York, el [19 de enero de 1892], Martí le escribía: —“Por dos hombres temblé y lloré al saber de su muerte, sin conocerlos, sin conocer un ápice de su vida: por Don José de la Luz,—y por Lincoln. Por Lincoln, que merece el llanto, aun cuando luego supe que le quiso oír al intrigante Butler el consejo de echar sobre ‘el basurero de Cuba’ toda la hez y el odio que quedó viviente de la guerra contra el Sur”. (EJM, t. III, p. 21).

[105]“Vindicación de Cuba”, ob. cit., p. 215.

[106]Ibíd., p. 219.

[107]En una carta al mayor general Máximo Gómez, fechada en Nueva York, el 20 de julio de 1882, Martí le asevera: “Y aún hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos los demás peligros. En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esta clase de hombres, ayudados por todos los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los observadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, sienten tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así halagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente. Pero como esa es la naturaleza humana, no hemos de ver con desdén estoico sus tentaciones, sino de atajarlas”. (OCEC, t. 17, pp. 328-329).

En la carta inconclusa a Manuel Mercado, fechada un día antes de caer en combate, Martí se refería a “la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta solo de que haya un amo, yankee o español, que les mantenga, o les cree, en premio de oficios de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante,—la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,—la masa inteligente y creadora de blancos y de negros”. [Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895, TEC, pp. 73-74. (N. del E. del sitio web)].

[108]“Vindicación de Cuba”, ob. cit., p. 219.