TEXTOS ANTIMPERIALISTAS DE

JOSÉ MARTÍ

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Selección, presentación y comentarios
Fina García Marruz

ARTÍCULOS SOBRE EL INCIDENTE CUTTING

Con “ansiedad de hijo” fue siguiendo lo que sucedía “a orillas de Río Grande”.[71] Cutting[72]  había sido apresado en el Paso del Norte, de México,

por un artículo publicado en inglés en El Paso de los Estados Unidos, que el juez de El Paso mexicano considera penable conforme al Código de la República. El secretario de Estado, Mr. Bayard, mantiene que la ley de México, como la de ninguna otra nación, no puede causar efecto fuera de su territorio,—ni los periodistas de los Estados Unidos pueden naturalmente quedar expuestos a ser castigados conforme a la ley mexicana por haber expresado en su propio país, y conforme a sus leyes, opiniones que pareciesen penables a la justicia de México […].[73]

En este “punto penoso”[74] descansa la controversia con el Ministro de Relaciones de México, que el Congreso debía decidir. El libelo calumnioso, que había dado origen al apresamiento de Cutting y a la reclamación legal norteamericana, había sido tomado como pre­texto de agresión por elementos anexionistas y guerreristas de Texas, por lo que escribe Martí:

Del desdén que inspira Cutting, y del conocimiento que se tiene del espíritu agresivo de la gente de Texas, pudiera creerse que el Congreso, aun cuando decida exigir al Presidente que intime la libertad de Cutting, como es casi inevitable que decidirá, no lo haga en una forma tan estrecha que impida el modo de evitar una guerra que no se ve con entusiasmo, ni se considera justa, aunque la verdad manda decir que, salvo en nobles espíritus, no se la vería con temor ni repugnancia.[75]

     Martí sigue en este primer artículo las negociaciones diplomáticas:

sometidas en mal hora a una Casa de Representantes donde domina, por sobre el Este industrial y pacífico que no quiere esta guerra, el Sur que no parece sentirse completo en los límites que hoy tiene del lado del Río Grande, y el Oeste, criado con gente ruda y acometedora, para quien no es nueva la idea de continuar en los pueblos vecinos la conquista que ha realizado ya en las selvas.[76]

     Se refiere Martí a cómo se azuzaba en Texas el odio a México, y el Gobernador hablaba de guerra “y amenaza con llevarla él si el gobierno no la lleva”, y un funcionario del Estado proponía “clavar en las salas de los Moctezumas[77] la bandera de las fajas y de las estrellas”, y un coronel de Caballería “tomar el país para los americanos”, y el Jefe[78] de la Asociación de los Veteranos de la guerra, en hacerla contra México “aunque Inglaterra y Alemania y Francia ayudasen a México,—y la creación entera”.[79]

     Reproduce Martí un juicioso artículo del Herald sobre el error de esos militares que creían estar en el tiempo en que el general Scott había tomado a México con doce mil hombres, cuando estaba al frente de su gobierno un dictador impopular y corrompido como el general Santa Anna, y no en estos tiempos en que contaba México con una constitución federal y un pueblo que había derrotado a la invasión francesa y contaba ya con un ejército hábil y bien equipado. Martí elogia la prudencia diplomática de México y fía en “el alma enamorada” y “sabiduría singular de sus hijos”.[80]

     En el segundo artículo para La Nación del 9 de agosto, vuelve a referirse al “inminente” peligro de guerra, bajo el pretexto de la pri­sión, juicio y sentencia del estado mexicano de Chihuahua:

de un Cutting, un periodista aventurero y de poca vergüenza, que circuló con su propia mano en México, contra lo que ordena y castiga la ley mexicana de libelo,[81] un artículo difamatorio contra un mexicano,[82] publicado en español y en inglés en un periódico americano del estado de Texas.[83] // La razón es la insana avaricia de los cuatreros y matones echados de todas partes de los Estados Unidos sobre las comarcas lejanas de la frontera de Río Grande[84].[85]

     Se refiere a “la invasión americana de 1848”, a las relaciones pacíficas posteriores, y a la subsistencia “en lo general de la opinión” de “la posesión de México”, “la creencia vaga” de esa posibilidad, que veía en la actual independencia de México “una mera concesión de los Estados Unidos, que no se interrumpe porque todavía no ha sido menester, pero cesará tan pronto como sea preciso”. Aún en el norte mismo, que no quería la guerra, perduraban “este desprecio de la raza y esta seguridad de abatirla”, “esa idea de conquista […] cara a la imaginación popular”. “Se apetece la gran riqueza. Se percibe el júbilo inicuo de los animales fuertes”.[86] Se esperaba solo un pretexto para la agresión.

     Martí se refiere al hecho inesperado del discurso de “un diputado oscuro, que acusó con pruebas al Secretario de Estado de haber presentado el caso al Congreso, en su resumen de la correspondencia con el gobierno mexicano, en contradicción plena y aparentemente voluntaria de lo que de la correspondencia misma resulta”, lo que no era en el fondo sino un movimiento del diputado Hitt, republicano, para denunciar en su adversario político, el demó­crata Mr. Bayard, secretario de Estado, una ligereza peligrosa que demostraba, además, que no eran solo los republicanos, como se les acusaba, los que favorecían la “política de intimidación e intrusión en los países americanos de casta española”. Hitt demostró que no era verdad, como decía Bayard: “que se estuviese procesando a Cutting en Paso del Norte, en México, por un delito cometido en El Paso, en Texas”, ya que el delito había sido cometido en territorio mexicano. Se le juzgaba, no por difamar a un ciudadano mexicano, sino por haber “distribuido en México la ofensa impresa”, lo que cabía dentro de la ley mexicana contra el libelo. Pero el conflicto seguía en pie en la frontera, donde esperaba Cutting, condenado a un año, “que los texanos invadan a Chihuahua al mando de su gobernador,[87] que quiere guerra, o desea hacerse popular entre los que la quieren”. Martí concluye: ¡Oh, no: la simpatía no puede estar con la boca del león!”[88]

     Por último, en el tercer artículo, para El Partido Liberal, del 23 de junio de 1887, se refiere a una temible “Liga de Anexión Americana” que se reunió en un hotel de Nueva York para mostrar su poder a los representantes que a ella acudieron de los Estados anexionistas del Canadá, a un tiempo que para tributar honores nada menos que al “Presidente de la ‘Compañía de Ocupación y De­sarrollo del Norte de México’”, el coronel Cutting. En ella se hablaba de “aprovecharse de cualquier lucha civil en México, Honduras o Cuba, para obrar con celeridad y congregar su ejército” […] “‘¿Honduras también?’ preguntó un neófito. ‘¡Oh, sí: vea el mapa[89] de Byrne. Honduras tiene muchas minas. […] con menos empezó Walker hace treinta años; solo que tendremos cuidado con no acabar como él!’”[90]

     La Liga de Anexión, a los nueve años de fundada, ya tenía “más de diez mil afiliados”: Liga “a la que cuesta esfuerzo reprimir, pero los tiempos no están aún maduros para una agresión aislada e independiente”. Martí se refiere a cómo a un tiempo que recibían en junta a los delegados de Canadá, pedían los periódicos The Sun y The World su anexión a los Estados Unidos:

—¿Y a México por qué no?—preguntó al Sun otro diario, puesto que está tan cerca de nosotros y nos es tan necesario como el Dominio? // —No debemos querer a México, respondió el Sun, porque su ane­xión sería violenta, inmaterial y odiosa, sobre que nos fuera incómoda, porque allí, ni las instituciones, ni la lengua, ni la raza son las nuestras, y no habría modo de llegar a una asimilación fecunda; mientras que en el Canadá vienen de ingleses como nosotros […].[91]

frase en la que no se sabe de qué asombrarse más, si del cinismo de la propuesta o de las razones de “comodidad” que harían poco confortable esta anexión con un país que hablaba otra lengua. Martí se refiere al propósito de las dos asociaciones, la de la Anexión de Canadá y la de Cutting, de tener una reunión en Niagara Falls, y la conveniencia de andar prevenidos.[92] De todo este incidente procede su famosa frase: “Amamos a la patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting”.[93]

     Martí había antes revelado otros aspectos menos ostensibles de este intento de despojo de las riquezas de nuestros pueblos, y ya en 1883 denuncia el propósito del arqueólogo norteamericano Le Plongeon de llevar para un museo de su patria la estatua de Chac Mool, “la pieza más completa y grande que se conoce de la escultura mexicana”,[94] intento frustrado por el gobierno que prohibía la salida de los tesoros artísticos del país.

JM: “El conflicto en la frontera”, Nueva York, 2 de agosto [de 1886], OCEC, t. 24, pp. 129-143; “México y Estados Unidos. Peligro grave de guerra”, La Nación, Buenos Aires, 18 de septiembre de 1886, OCEC, t. 24, pp. 151-157; y “México en los Estados Unidos. Sucesos referentes a México”, El Partido Liberal, México, 7 de julio de 1887, OCEC, t. 26, pp. 35-43.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[71] JM: “El conflicto en la frontera”, Nueva York, 2 de agosto [de 1886], OCEC, t. 24, p. 129.

[72] Augustus K. Cutting. Véase la nota “El caso Cutting”, OCEC, t. 24, p. 361.

[73] “El conflicto en la frontera”, ob. cit., p. 133.

[74] Ibíd., p. 134.

[75] Ídem.

[76] “El conflicto en la frontera”, ob. cit., pp. 136-137.

[77] Alusión a Tenochtitlán, capital del imperio azteca donde reinaron Moctezuma I y Moctezuma II, y sobre cuyas ruinas está erigida la Ciudad de México.

[78] Walter Paye Lane.

[79] “El conflicto en la frontera”, ob. cit., p. 139.

[80] Ibíd., p. 143.

[81] Artículo 186 del Código Penal de México.

[82] Emigdio Medina.

[83] En realidad, el libelo original apareció en el periódico propiedad de Cutting, El Centinela, que se publicaba en Paso del Norte, México. Después de firmar la sentencia original de retractación, Cutting cruzó el puente que dividía a Paso del Norte de El Paso y en territorio estadounidense concedió dos entrevistas para dos periódicos en que reiteró su libelo contra el mexicano Emigdio Medina, El Paso Sunday Herald y El Paso Sunday Tribune. Fuera de la región, también se publicó en el Baltimore Sun. Cutting fue arrestado en el acto de distribuir en Paso del Norte, territorio mexicano, centenares de copias de los periódicos mencionados que publicaban su entrevista.

[84] Río Grande del Norte o río Bravo. Río que demarca la frontera entre México y Estados Unidos de América.

[85] JM: “México y Estados Unidos”, La Nación, Buenos Aires, 18 de septiembre de 1886, OCEC, t. 24, pp. 151-152.

[86] Ibíd., pp. 152-153.

[87] Matías Torres.

[88] “México y Estados Unidos”, ob. cit., pp. 154-157.

[89] Contratado por el gobierno de Honduras, entre 1883 y 1886 trazó un mapa de sus fronteras que indica lugares de interés histórico y cultural como las ruinas mayas, y señala las locaciones de las minas, entonces recién descubiertas, de oro, plata y cobre. El mapa fue comercializado por la firma Colton y registrado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

[90] JM: “México en los Estados Unidos. Sucesos referentes a México”, El Partido Liberal, México, 7 de julio de 1887, OCEC, t. 26, p. 36.

[91] Ibíd., p. 37.

[92] Ibíd., pp. 38-39.

[93] “Vindicación de Cuba”, ob. cit., p. 214.

[94] JM: “Antigüedades mexicanas”, La América, Nueva York, junio de 1883, OCEC, t. 18, p. 86.