TEXTOS ANTIMPERIALISTAS DE
JOSÉ MARTÍ
PRESENTACIÓN
Con frecuencia pregunta el estudioso o el interesado en estas materias, cuya actualidad se evidencia cada día, por los textos antiimperialistas más importantes de José Martí. La vastedad de la bibliografía martiana, las múltiples citas que podrían acumularse sobre este tema, que lo desveló toda la vida, se vuelven a veces un obstáculo, más que una ayuda, para el acercamiento de aquellos que no cuentan con el tiempo requerido para su estudio o completa lectura. Esta sucinta relación espero que contribuya a señalar, en lo posible, hitos indispensables de su pensamiento acerca del tema, que acompañamos con una información mínima de la ocasión en que fueron escritos, cuando se trata de circunstancias o personas menos conocidas.
No entran en los límites de este trabajo las referencias al imperialismo europeo. Basta repasar sus crónicas sobre Francia, Inglaterra, España,[1] para comprobar su preocupación por “la magna lucha entre el afán conquistador de los poderes europeos y el indómito anhelo de independencia de las comarcas africanas”.[2]
Podrían añadirse otros muchos ejemplos.
Nos resta aclarar que este trabajo no fue hecho para ser publicado en forma aislada sino como parte de otros materiales de estudio que lo complementan. Por ello, es preciso señalar que, del mismo modo que Martí jamás odió a España sino al mal gobierno que oprimía a Cuba —y así lo hizo constar en discursos, versos, artículos y manifiestos revolucionarios—, de ningún modo debe deducirse de la lectura de estos juicios —todos motivados por circunstancias históricas concretas de peligro inminente para Cuba o nuestras tierras de América— ninguna animadversión hacia el pueblo norteamericano, a cuyos poetas, pensadores, educadores, oradores abolicionistas y creadores en general, como Whitman, Emerson, Alcott, Longfellow, Edison, Twain o Beecher, dedicó tan admirativas páginas. Todo ello lo sintetiza bien su frase: “Amamos a la patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting”.[3] Quede la distinción clara.
MÉXICO[4]
México crece. Ha de crecer pa[ra] la defensa, cuando sus vecinos crecen pa la codicia. Ha de ser digno del mundo, cuando a sus puertas se va a librar la batalla del mundo. ¿Qué va a ser América: Roma o América, César o Espartaco? ¿Qué importa que el César no sea uno, si la nación, como tal una, es cesárea ¡Abajo el cesarismo americano! La tierra de habla española son[5] las que han de salvar en Am.[érica] la libertad, las que han de abrir el continente nuevo a su servicio de albergue.[6] La mesa del mundo está en los Andes.[7]
[…]
Ah México querido! Ah Méx[ico], adorado, ve los peligros que te cercan! ¡Oye el clamor de un hijo tuyo, que no nació de ti! Por el Norte un vecino avieso se cuaja: por el Sur &. &.—Tú te ordenarás: tú entenderás: tú te guiarás: yo habré muerto, oh Méx[ico], por defenderte y amarte, pero si tus manos flaqueasen, y no fueras digno de tu deber continental, yo lloraría, debajo de la tierra, con lágrimas que serían luego vetas de hierro para lanzas,—como un hijo, clavado a su ataúd, que ve q. un gusano le come a la madre las entrañas.[8]
Quizás sea el primer texto antimperialista de Martí. En Obras completas aparece situado en 1875, como fecha probable, ya que el texto no indica ninguna. Algunos investigadores, lo creen de 1894, fecha de su último viaje a México, basados sobre todo en la última frase del texto “¿Qué es la capacidad de morir sin la superior de ordenar?” Pero si bien la idea de “ordenación” es de desarrollo posterior, como apunta Paul Estrade,[9] ya en “Alea jacta est”,[10] artículo escrito en diciembre de 1876, a raíz del derrocamiento del régimen de Lerdo por las fuerzas del general Porfirio Díaz, se duele de que un pueblo que ha probado su capacidad de morir desde los aztecas hasta los tiempos de Hidalgo y Morelos, un pueblo que convirtió “en dardos flamígeros sus brazos” para responder a la invasión extranjera, haya sucumbido ante “un grupo de voluntades desordenadas” que habían “hecho garra en el corazón destrozado del país”, lo que implica el aprecio a la voluntad de “ordenarse” y no solo la de morir. Razones de estilo, más sobrio en los últimos años, la semejanza que hay en la descripción del paisaje que hace en estos apuntes con la que aparece en carta a Manuel Mercado de esta época aproximadamente, hacen pensar que su fecha se remonte a su salida del país en diciembre de 1876, en que ve a México cercado por un doble peligro: el interno del militarismo (triunfo de Porfirio Díaz) y el del “vecino avieso” que ya había dado muestras palpables de su voluntad de anexarse parte del país. Confirman esta sospecha el reciente descubrimiento de dos artículos desconocidos de Martí, que hallamos en la Revista Universal, “Los Estados Unidos y México”[11] y “México y los Estados Unidos”,[12] publicados sin firma el 3 de julio de 1875 y el 27 de abril de 1876, en que se refiere a problemas en la frontera de México con los Estados Unidos y a la imprevisión de Porfirio Díaz, al invadir a un pueblo que estaba en paz, fortaleciendo “la opinión, en los Estados Unidos muy válida, de que México es un país ingobernable, y de que harían una obra humanitaria reduciéndonos por la fuerza a ser tributarios de la Gran República”, hechos de los que se aprovecharía lo que llama con ironía “la exquisita sensibilidad mercantil del pueblo americano”. Nótese además la similitud entre la imagen de la conversión de las lágrimas en “vetas de hierro para lanzas” y la de los brazos en “dardos flamígeros” de “Alea jacta est”, que es de diciembre de 1876. La alusión a un hijo “que no nació de ti” puede también responder al mismo espíritu que le dictó su artículo “Extranjero”, escrito al despedirse de México en El Federalista, diciembre 16 de 1876, y en que le reclama su ciudadanía moral. Todo ello nos hace situar este trabajo entre finales de 1876 o comienzos del siguiente, en que, con ocasión de su viaje de regreso de México a Veracruz, le escribe desde Veracruz a Mercado, el primero de enero de 1877:
Jamás vi espectáculo más bello. Coronaban montañas fastuosas el pedregoso escirro y sombrío niblo; circundaban las nubes crestas rojas y se mecían como ópalos movibles; había en el cielo esmeraldas vastísimas azules, montes turquinos, rosados carmíneos, arranques bruscos de plata, desborde de los senos del color; sobre montes oscuros, cielos claros, y sobre cuestas tapizadas de violetas, arrebatadas ráfagas de oro.[13]
No es necesario subrayar la similitud de este paisaje y el del apunte, con sus “fajas verdes, verdeoscuro, amarillo de oro”, su cerro con “un golpe de oro que verdea”, o sus “fajas verdes- claros”; entre la impresión que confiesa en esta carta haberle causado este paisaje, y lo que expresa en el apunte: —“Ah! qué grandeza! Como que algo se cae dentro del pecho, y se arrodilla”.
El único pasaje que permite pensar que la carta pudiera ser de su último viaje a México en 1894 es aquel en que expresa que México sería “digno del mundo, cuando a sus puertas se va librar la batalla del mundo”, lo que parece profecía anticipada para esta fecha, aunque no sería la primera ni la única en su vasta previsión política. Su estancia en los Estados Unidos, unas semanas antes de ir a México en 1875, su conocimiento mismo de nuestra historia, y aún más atrás, los apuntes de su viaje a España (1871-1874), indican que Martí ya conocía sobradamente por esta fecha al “águila de Walker y de Chapultepec[14]”[15] y que ya en estos apuntes juveniles españoles hace una primera confrontación entre las dos Américas, aunque se trata más de un texto antianexionista que de un texto antimperialista. Allí escribe:
Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento.—Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad. // Y si hay esta diferencia de organización, de vida, de ser, si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza imaginativa, y su corazón de algodón y de buques por un corazón tan especial, tan sensible, tan nuevo que solo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis que nosotros nos legislemos por las leyes con que ellos se legislan?
Y más adelante:
Las leyes [norte]americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. […] ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!”[16]
La pregunta que se hace en este apunte: “¿Qué va a ser América: Roma o América, César o Espartaco?” recuerda otro temprano artículo suyo de 1885 en que expresa, con giro parecido:
¿Qué espíritu perdurará en la civilización norteamericana: el puritánico, la afirmación más sesuda y trascendental del derecho humano, o el cartaginés de conquista y el mercenario de lucro que la contemplación del enorme poder nacional, el aislamiento de la vida de los individuos, y la accesión incesante de inmigrantes desamorados fomenta?[17]
Y parece responder a la primera fase de su reflexión sobre el tema, o sea, a los primeros años de su estancia en los Estados Unidos. Aunque la pregunta está orientada hacia el destino final (“qué espíritu perdurará”) de esta civilización, enumera los tres factores que parecían ya fomentar “desaforados” el segundo, la inminencia de una pugna en que estas dos fuerzas, que ya se contrastan, todavía se equilibran. De este mismo año es su página sobre “la política de acometimiento”,[18] que asocia indisolublemente al lucro, es decir, al espíritu “cartaginés”. Pero en 1894, después de las experiencias de la Conferencia Internacional Americana, y de las expresiones de los propios políticos y pensadores norteamericanos acerca de su destino imperial, ya parece una pregunta tardía. Todo ello confirma la creencia de que pueda ser este el primer texto antimperialista de Martí.
JM: “[De pronto, como artesa de siglos]”, [México, diciembre de 1876], OCEC, t. 4, pp. 412-413.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Véase JM: Escenas europeas, La Opinión Nacional, Caracas, 6 de septiembre de 1881 – 3 de junio de 1882, OCEC, tt. 11 y 12. De manera particular, pueden consultarse los estudios de Cintio Vitier: “Valores perdurables en las crónicas españolas de Martí (1881-1882)” y “Cinco aspectos en las crónicas italianas de Martí (1881-1882)”, Temas martianos. Segunda serie (1982), La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, pp. 109-141 y 143-172, respectivamente. Conocemos de la existencia de otro trabajo suyo inédito titulado “Notas sobre Martí y la política francesa (1881-1882)”. Fue citado por Roberto Fernández Retamar: “Más (o menos) sobre Martí y Francia”, Introducción a José Martí, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2001, p. 257. También CV da cuenta de su existencia en “El legado martiano” (capítulo XII), Vida y obra del Apóstol José Martí (2000), La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2021, nota 36, p. 269; y en “Algunas reflexiones en torno a José Martí”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1993, no. 16, nota 17, p. 25. Aún no ha sido encontrado en su papelería.
[2] JM: “La revuelta en Egipto”, La Opinión Nacional, Caracas, 10 de octubre de 1881, OCEC, t. 10, p. 72.
[3] JM: “Vindicación de Cuba”, carta al Director de The Evening Post, Nueva York, 25 de marzo de 1889, OCEC, t. 31, p. 214.
[4] Se conserva este título de OC, t. 19, pp. 20-22, aunque las referencias al texto se toman de OCEC, t. 4, pp. 412-413, publicado bajo el nombre “[De pronto, como artesa de siglos]”, [México, diciembre de 1876].
[5] Así, plural en el manuscrito.
[6] A continuación, palabra ininteligible.
[7] La frase “mundo está en los Andes”, escrita en el margen izquierdo.
[8] “[De pronto, como artesa de siglos]”, ob. cit., pp. 412-413.
[[9] ] Paul Estrade: “Martí: orden y revolución”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1979, no. 2, pp. 75-91.
[10] JM: “Alea jacta est”, El Federalista, México, 7 de diciembre de 1876, OCEC, t. 2, pp. 291-292.
[11] OCEC, t. 2, pp. 101-104.
[12] OCEC, t. 2, pp. 276-280.
[13] JM: “Carta a Manuel Mercado”, Veracruz, 1ro de enero de [18]77, OCEC, t. 5, p. 15.
[14] Castillo de Chapultepec. Alude a la Guerra de Estados Unidos contra México, entre 1836 y 1847, por la que este país perdió todos sus territorios al norte del Río Grande.
[15] “¿Cuál de nosotros ha olvidado aquel escudo, el escudo en que el águila de Monterrey y de Chapultepec, el águila de López y de Walker, apretaba en sus garras los pabellones todos de la América?”. (JM: “[Mis amigos saben]”, prólogo a Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, pp. 297).
[16] JM: “Cuaderno de apuntes no. 1” [1871-1874], OC, t. 21, pp. 15-16. Nótese la similitud de la expresión con el soneto de Rafael María de Mendive, “Un socialista hambriento”:
―¡Inmundo Nueva York, maldito seas!
Maldita tu opulencia fementida
Becerro de oro, que haces de la vida
Un mercado de carne sin ideas!
(Enrique López Mesa: La comunidad cubana de New York: siglo XIX, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2002, p. 120).
[17] JM: “Cartas de Martí. Decoration Day”, La Nación, Buenos Aires, 24 de julio de 1885, OCEC, t. 22, p. 130.
[18] JM: “Cartas de Martí. Los secretarios del Presidente. La política de acometimiento”, La Nación, Buenos Aires, 4 de octubre de 1885, OCEC, t. 22, p. 224.