Guerra del Pacífico. Conflicto armado entre Chile, Perú y Bolivia (1879-1883), aunque sus antecedentes datan de 1858, cuando trabajadores, capital y empresarios chilenos se establecieron en el desierto de Atacama, entonces perteneciente en gran medida a Bolivia y a Perú. Vinculados con inversionistas británicos, los chilenos desarrollaron una nueva industria de exportación de nitratos y fertilizantes. Luego Chile, alentado por Gran Bretaña, inició una guerra de conquista para consolidar el monopolio mundial de guano y de salitre.
En 1879 estalló entre Chile y Bolivia, a causa del impuesto de diez centavos por concepto de transporte de cada tonelada de nitrato que este último país quería cobrar, lo cual pareció injusto al gobierno chileno. Posteriormente se extendió a Perú, cuya armada fue derrotada por los acorazados chilenos, recién construidos en Inglaterra. El presidente de Bolivia, Hilarión Daza, fue derrocado por una revuelta popular, al saberse en La Paz que había abandonado el campo de batalla y negado su respaldo a los aliados peruanos. El presidente de Perú, Mariano Ignacio Prado, huyó al extranjero con el pretexto de la compra de armas, y llegó a Nueva York en enero de 1880, lo cual fue ampliamente comentado por la prensa estadounidense.
El caudillo Nicolás de Piérola tomó el poder en Perú e inició gestiones en Europa, con importantes firmas francesas, para intentar el financiamiento de la indemnización de guerra y evitar la cesión territorial. El primer intento de mediación fracasó y las tropas chilenas avanzaron hacia Lima, que sería ocupada. Las empresas europeas, poseedoras de grandes intereses financieros en Perú, solicitaron la mediación estadounidense. A finales de 1880 fue nombrado Secretario de Estado del presidente Garfield, James G. Blaine, quien desde entonces comenzó a establecer vínculos muy estrechos con todas las partes implicadas.
Levi P. Morton, amigo personal de Blaine y muy ligado al capital financiero internacional, fue designado embajador en París, para gestionar cualquier arreglo ante el gobierno francés. Simultáneamente, el presidente de Chile, Aníbal Pinto, instrumentó la creación en Perú de un gobierno civil paralelo para anular a Piérola y evitar cualquier riesgo de resistencia armada. Se crearon las Juntas de Notables, que eligieron presidente, como único candidato, a Francisco García Calderón, anteriormente abogado de grandes empresarios guaneros, con lo que se resguardaron los intereses en ese sentido. Así, firmó un contrato con el representante de Crédito Industrial, y le concedió a Levi P. Morton el monopolio de la venta del guano y el salitre a Estados Unidos.
En este contexto, de suma tensión internacional, Blaine interrumpió el proceso de paz sin cesión territorial para interponer ante el gobierno de Perú el ilegítimo reclamo Landreau, hecho por un francés naturalizado estadounidense, sobre enormes cantidades de guano, depósitos de nitrato y otras materias valiosas. Blaine, que aspiraba a ser nominado por el Partido Republicano como candidato presidencial, utilizó demagógicamente el reclamo Landreau, pues supuestamente defendía los intereses de un ciudadano estadounidense, aunque verdaderamente se trataba de un gran fraude, para hacer del Perú un protectorado de Estados Unidos. La derrota de Blaine frente a Cleveland en la campaña presidencial de 1884, se debió, en gran medida, a su inexcusable proceder durante las negociaciones de paz entre Chile y Perú.
La Guerra del Pacífico concluyó oficialmente el 20 de octubre de 1883, cuando se firmó el Tratado de Ancón, con el cual Chile se anexó todo el territorio norteño perteneciente a Bolivia y el peruano hasta la ciudad de Arica. Según declaró el propio Blaine en 1882, cuando el comité del Congreso investigaba su comportamiento en el conflicto, este no era más que “una guerra inglesa contra Perú que tomaba a Chile como instrumento”.
Existen evidencias de que José Martí comprendió tempranamente la naturaleza de este conflicto, como lo demuestra en su Cuaderno de apuntes no. 13, donde analiza críticamente la Historia de la Guerra del Pacífico (1879-1880) del chileno Diego Barros Arana. Luego del examen detenido del texto, y disgustado por las verdades que descubrió, concluye: “El libro de Barros Arana ha sido escrito para demostrar que ha tenido razón Chile: pues ese es el libro que convence de que no ha tenido razón Chile”. Véase José Ballón: “José Martí y la Guerra del Pacífico (1879-1883): un caso flagrante de censura narrativa”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2002, no. 25, pp. 134-141; y Martí y Blaine en la dialéctica de la Guerra del Pacífico (1879-1883), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.
(Tomado de OCEC, t. 22, pp. 337-338).

