Nació en San Diego de Núñez, en Pinar del Río, el 28 de octubre de 1812. Estudió las primeras letras con el sacristán de su pueblo natal, posteriormente, en La Habana, en una escuela sita en la calle Reina. De los relatos de sus abuelos aprendió numerosas leyendas y tradiciones habaneras que, en el futuro, servirían de núcleo a muchas de sus obras. Tras estudiar en el Seminario de San Carlos, en 1834, se gradúa de Bachiller en Leyes y se dedica al ejercicio de su profesión, mientras colabora en la mayoría de las publicaciones que se editan en La Habana. Ejerció la docencia en el Colegio Real Cubano, Colegio de Buenavista y en el Colegio La Empresa, de Matanzas, a la vez que escribía varias novelas cortas, como La joven de la flecha de oro, El ave de oro y otras.
Por su participación en la conspiración de La Mina de la Rosa Cubana (1848) es detenido y condenado a diez años de presidio, pero soborna a un carcelero, logra escapar y embarca para los Estados Unidos, donde colabora en el periódico La Verdad y coopera con Narciso López —de quien funge como secretario— en sus distintas tentativas anexionistas. En 1855 se casó en Filadelfia con la patriota Emilia Casanova.[2] Acogido a un indulto volvió a La Habana en 1858, donde reimprimió su novela Dos amores y trabajó en la segunda parte de Cecilia Valdés, pero se vio obligado a abandonar la Isla de nuevo.
Al iniciarse la Guerra del 68 colabora eficazmente en los trabajos expedicionarios y de propaganda. Combate sin tregua en la prensa revolucionaria a los intrigantes de la camarilla aldamista. Terminada aquella contienda se dedica a dar cima a su gran novela y a dar clases de español. En 1888 regresa a Cuba por breve tiempo, con el propósito de reponer su salud, pero apenas permanece en el país par de semanas. En 1890 asiste al renacimiento del movimiento revolucionario y sigue atento la labor de José Martí, quien lo reconoció como “patriota entero y escritor útil”.[3] Murió en Nueva York el 23 de octubre de 1894, “sin que, en tiempo infame, se le hubiera caído de la mano la pluma de la indignación”.[4]
[Tomado de César García del Pino: Mil criollos del siglo XIX. Breve diccionario biográfico, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2013, pp. 289-290. (Nota modificada ligeramente por el E. del sitio web)].
Otros textos relacionados:
- JM: Cirilo Villaverde. Edición crítica, investigación, presentación y notas de Marlene Vázquez Pérez y Pedro Pablo Rodríguez, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2012.
- Pedro Luis Hernández Pérez: “José Martí y Cirilo Villaverde, vidas paralelas”, Revista de la Sociedad Cultural José Martí, La Habana, 2015, no. 44, pp. 17-21.
- José A. Villar Valdés y Daniel Suárez Rodríguez: “Cinco artemiseños en la vida de Martí”, Revista de la Sociedad Cultural José Martí, La Habana, enero-abril de 2019, no. 55, pp. 30-33.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] “El escritor que escribió y trazó con mano trémula el vasto cuadro en que se destacan esos personajes símbolos, que son otras tantas fases del alma dolorosa de Cuba, realizó una gran obra artística y patriótica. Nos hizo vivir nuestra vida, toda nuestra vida, y espantarnos de los abismos entre los cuales corría inconsciente. Nos puso frente a frente con todos nuestros sombríos problemas, y nos obligó a mirarlos a la plena luz de una revelación sincera. Su voz profunda y conmovida lanzó sobre la sociedad colonial un apóstrofe patético que le decía: despiértate y mira”. (Enrique José Varona: “Cirilo Villaverde y Cuba” (párrafos de un artículo publicado en La Igualdad), Patria, Nueva York, 17 de noviembre de 1894, no. 137, p. 2.
[2] Véase Cirilo Villaverde: Apuntes biográficos de Emilia Casanova de Villaverde, Nueva York, 1874; y Ana Cairo Ballester: “Emilia Casanova y la dignidad de la mujer cubana”, Contracorriente, La Habana, no. 9, julio-septiembre de 1997.
[3] JM: “Cirilo Villaverde”, Patria, Nueva York, 30 de octubre de 1894, no. 135, p. 1; OC, t. 4, p. 398.
[4] Patria, Nueva York, 17 de noviembre de 1894, no. 137, p. 2.