Miguel Antonio Caro (1843-1909)
Político, traductor, orador, historiador, crítico y poeta colombiano. Hijo del también poeta y político José Eusebio Caro, está considerado uno de los mayores latinistas de Hispanoamérica. Estudió en un colegio jesuita y desde muy joven, se dio a conocer con algunos trabajos literarios. En 1870 fue nombrado correspondiente de la Real Academia Española y colaboró en la fundación de la Real Academia Colombiana. Autor de numerosos estudios sobre temas políticos, en 1871, fundó El Tradicionalista, órgano conservador a favor de un fortalecimiento del gobierno central, y fue su director hasta 1875. Colaboró asiduamente en Repertorio Colombiano y El Orden. Sus campañas contra los gobiernos liberales le valieron ser perseguido por estos. Alcanzó gran popularidad y se le consideraba una de las figuras políticas más honradas e inteligentes de su época. Al mismo tiempo, continuó dedicándose a los estudios literarios y filosóficos. A Miguel Antonio Caro se deben excelentes traducciones de Sully Prudhomme, Horacio, Tibulo y Catulo. En 1873 publicó una transcripción al español de las obras de Virgilio, que fue calificada por Menéndez y Pelayo como la mejor versión del poeta latino realizada a esta lengua.
En el largo período de gobiernos conservadores entre 1880 y 1930, durante el cual se proclamó una constitución de carácter centralista (1886), Caro tuvo una participación destacada: sus discursos en torno a cuestiones fundamentales del derecho público influyeron decisivamente en las deliberaciones del Consejo Nacional constituido para encabezar el proceso. Intervino directamente en la redacción de la nueva constitución, encargada de abolir la soberanía de estados independientes, sustentada por la de 1863, y de establecer la estructura del país que regiría hasta 1991. Caro fue senador, presidente del Consejo de Estado, accedió, posteriormente, a la vicepresidencia en 1892, y, al fin, a la presidencia de la República entre 1894 y 1898. Mantuvo sólidas relaciones con España, al punto de establecer de modo oficial severas penas para todo el que, desde territorio colombiano, ayudara, con recaudación de fondos o preparación de expediciones, a la causa independentista cubana. Por ello, el gobierno español le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica en 1896. Ese mismo año estalló una rebelión contra su gobierno, que sofocó rápida y enérgicamente, tras lo cual, dando muestras de respeto a las garantías sociales, se despojó de sus facultades extraordinarias ante el Congreso.
A pesar de este desempeño, la mayor trascendencia no la alcanzó en el ámbito político sino en el literario. Entre sus obras destacan Poesías (1866), Estudios (1869), Refutación de las teorías de Bentham (1869), Tratado del participio (1870), Horas de amor (1871), Del uso en sus relaciones con el lenguaje (1881), Artículos y discursos (1888), Sonetos (1891), Deuda pública y papel moneda (1892) y Gramática Latina (1862), en colaboración, esta última con Rufino José Cuervo. Son notables por la perfección métrica sus piezas poéticas “La vuelta a la patria” y la “Oda a la estatua del Libertador”.
José Martí, en su obra, siempre se refiere a Caro en tono laudatorio, muy especialmente en su “Sección Constante”. Destaca la excelencia de sus traducciones, por ejemplo, en el artículo publicado por La América: “De Juan de la Rosa acá no hay en romance versos mejores que los que a granel campean en la interpretación de las Geórgicas[1] de don Miguel Antonio Caro”.[2] Sin embargo, más íntimamente, en su Cuaderno de apuntes no. 5, reconoce que, como creador, “le faltó el gusto artístico. Tuvo el poder, la sinceridad, el atrevimiento: mas le faltó el crisol que funde.—Fue como buscador de una sustancia que muere cuando ya comienza a hervir en la redoma la sustancia ansiada”.[3]
(Tomado de OCEC, t. 12, pp. 275-276).
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] Poemas sobre la vida campesina, escrito entre los años 36 y 29 a.n.e., por Virgilio.
[2] JM: “Guerra literaria en Colombia”, La América, Nueva York, julio de 1884, OCEC, t. 19, p. 282.
[3] JM: “Cuaderno de apuntes no. 5” [1881], OC, t. 21, p. 163.