Silverio del Prado Pacheco (1812-1883)

Brigadier bayamés del Ejército Libertador. Se casó dos veces y tuvo varios hijos de ambos matrimonios, los cuales le acompañaron en los combates por la independencia. En noviembre de 1868 se incorporó a la lucha, iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, al levantarse en armas con 30 hombres en su ingenio La Caridad, en Jarahueca, municipio de Alto Songo. Se le otorgó el grado de capitán. Su primer jefe fue Nicolás Pacheco, muerto en la toma de Bayate, donde Del Prado recibió un machetazo en la cabeza. Por su valiente conducta en ese combate fue ascendido a teniente coronel.

     Fue jefe del Sexto y último batallón en el que organizó Máximo Gómez la jefatura de la División de Santiago de Cuba en julio de 1870, y participó en la famosa invasión de Guantánamo, dentro de la cual cumplió la encomienda, en 1871, de invadir la zona de Sagua de Tánamo. En esa campaña sufrió una herida en la ingle que puso su vida en serio peligro. A partir de 1874 fue jefe del Regimiento Guantánamo número 9 y después comandó, hasta el final de la guerra, la Segunda Brigada de la Segunda División del Primer Cuerpo del Ejército.

     Participó en varios de los más importantes combates que dirigió Calixto García mientras estuvo al mando de la División: el asalto a Manzanillo, Aura, el Copo del Chato y Melones. Luego del Pacto del Zanjón apoyó al general Antonio Maceo en su propósito de continuar la guerra; así se mantuvo en el campo insurrecto hasta que el gobierno constituido en Baraguá acordó disolverse. En Baraguá fue ascendido a brigadier.

     En San Luis, donde rindió sus armas, el General en Jefe español, Arsenio Martínez Campos, en franca política de atracción, le ofreció el cargo de administrador de la aduana de Guantánamo, y a uno de sus hijos, la de Baracoa. Ambos aceptaron con el propósito de servirse de sus posiciones en el gobierno para activar un nuevo movimiento independentista. Del Prado fue quien atrajo a la conspiración independentista a Santos Pérez, quien había servido a los españoles durante la guerra anterior, y por la delación de este fue detenido el 25 de agosto de 1879, sin poder incorporarse a la Guerra Chiquita. Deportado a Cádiz con dos de sus hijos, fue encerrado en el castillo de San Sebastián y luego se le dio la ciudad por cárcel.

     Posteriormente marchó hacia Nueva York, a donde arribó el 16 de abril de 1880 y se puso en contacto con José Martí. Esperó en esa ciudad durante cuatro meses para embarcarse hacia Cuba, pero al conocerse la presentación de Calixto García decidió irse con sus hijos a Santo Domingo. Con la ayuda del general dominicano Modesto Díaz, quien había peleado en Cuba junto a los patriotas, se dedicó a los trabajos azucareros y bien pronto, en la villa de San Carlos, tuvo colonia y levantó casa. Allí murió el 28 de junio de 1883. Al cesar la dominación española en Cuba, su viuda e hijos regresaron a la Isla y sus restos fueron trasladados a Santiago de Cuba.

(Tomado de OCEC, t. 6, pp. 244-245).