Fui honrado con él y no he usado malicia ni violencia, y no he querido hacerle daño. Le ofrecí dinero y aceptó, y ha estado de acuerdo conmigo.
Pues yo le causaba un perjuicio y él tenía derecho a una compensación. Es a él a quien ofrecí dinero y no
A usted, y no he actuado deshonestamente.
¡No diga que la he comprado! Pero, ya que la dejaba, ¿no le hacía falta dinero?
—He ahí lo que tengo que decir.
Marta. —Thomas Pollock, preste atención a su dinero que le da un derecho por encima de todos.
Vele sobre él y no se ocupe de cosas frívolas.
Thomas Pollock Nageoire. —¿Cree que amo el dinero?
¡Yo! No. No es eso.
Me he arruinado muchas veces en mi vida y casi siempre
Como por mi propia voluntad. Es un placer, igual que vivir,
Ocuparse de algún negocio y seguirlo hasta el final.
Marta. —¿Suponga que la casa que tiene aquí ardiese?
Thomas Pollock Nageoire. —¿Que ardiese? ¿Cómo? ¿Por qué habría de arder? ¿Sabe usted algo?
Marta. —Es toda de madera.
Thomas Pollock Nageoire. —Sí. Y ni siquiera un safe.
¡Me he conducido como un tonto!
Marta. —Suponga que eso ocurra.
Thomas Pollock Nageoire. —¡Pues bien! estaría enteramente arruinado.
Marta. —Vuelva pues a su casa sin perder tiempo, es un buen consejo que le doy.
O muy pronto va a ver luz de aquel lado.
Thomas Pollock Nageoire. —¡Es un golpe de Licky!
Marta. —Vaya y no pierda tiempo.
Thomas Pollock Nageoire. —¡Maldita sea la idea que tuve de traer esos papeles conmigo!
Marta. —¡Vaya!
Pausa.
Thomas Pollock Nageoire. —¡Que arda la casa! ¡será un fuego bueno de ver!
No me molestaré cuando converso con una dama.
En verdad,
No veo razón para hacer una cosa u otra.
Déjeme quedarme aquí. ¿No me hablará nunca dulcemente, Bittersweet?
Sé que lo ama y veo su dolor.
Sin duda debiera irme; mas perdóneme,
Pues sé que está ahí y no tengo ya fuerzas para dejarla.
Déjeme quedarme con usted un poco de tiempo.
Tiro a lo lejos.
¿Qué es eso?
Silencio.
Marta. —Algún cazador, sin duda.
Largo silencio.
Un pájaro canta de pronto.
Thomas Pollock Nageoire. —Escuche el whippoorwill.
Silencio.
Well!
Me parece que tenía bastante inteligencia y energía, y he sacado de ello un partido tolerablemente bueno.
Y he tenido una suerte pasable también, e incluso buena. Y me enorgullecía de mi suerte más que del resto.
Sí.
No he tenido pues de qué quejarme, ¿eh?
Soy un hombre serio y sé lo que valen las cosas.
Por eso compro, y no guardo nada para mí, sino que revendo.
Sí.
Todo género de cosas me han pasado por las manos, y me parece que vuelvo a ver todas mis cuentas.
—Dígame por qué me siento tan triste.
Marta. —¿Cada cosa vale exactamente su precio?
Thomas Pollock Nageoire. —Nunca.
—Usted no me ama, Bittersweet.
Marta. —Thomas Pollock Nageoire!
Como un pescador que en medio de su red saca los peces,
Y los vuelve a lanzar todos y solo guarda uno,
Y como un hombre que compra un lote en una subasta por defunción, y que mirándolo encuentra
Una cosa que por sí sola lo recompensa,
He aquí que ha adquirido más de lo que cree, y su última compra no ha sido la peor.
Thomas Pollock Nageoire. —¿Qué quiere decir?
Marta. —Thomas Pollock, hay varias cosas que amo en usted.
La primera es que, si cree que una cosa es buena, no duda en hacer todos sus esfuerzos para tenerla.
La segunda, como usted dice, es que conoce el valor
De las cosas, según valgan más o menos.
No se paga de sueños, y no se contenta de apariencias, y su comercio es con las cosas reales.
Y por su causa ninguna cosa buena permanece inútil.
Es audaz, activo, paciente. astuto. oportuno, perseverante.
Es tranquilo es prudente, y lleva una cuenta exacta de todo lo que hace. Y no se fía únicamente de sí mismo.
Pero hace lo que puede, pues no dispone de las circunstancias.
Y es razonable, y sabe someter su deseo a su razón, y sabe someter su razón también.
—Y por eso es grande y es rico.
Thomas Pollock Nageoire. —¡Soy pobre! ¿Por qué se burla de mí?
Soy pobre en medio de todas esas cosas que vender,
Que son mías como si no lo fueran, y no me queda nada entre las manos.
Marta. —¡Mire!
Thomas Pollock Nageoire. —That’s all!
Entra Lechy Elbernon.
Lechy Elbernon. —Thomas Pollock, tengo que decide que su casa arde.
Thomas Pollock Nageoire. —Lo veo.
Lechy Elbernon. —¿Qué es eso para usted? ¡una miserable casa de madera!
¿Supongo que no habrá hecho la locura, hil
De traer los papeles consigo?
¿Cómo ha podido prender el fuego? Todos los criados se habían ido y solo quedaba yo.
Y cuando estaba en el jardín, vi de súbito el rojo en el salón.
Declama:
“La puerta está cerrada con cerrojo;
“Las ventanas están cerradas y no hay ni una abierta y los postigos están asegurados por dentro con el picaporte y la barra.
“Pero de pronto, como un hombre en quien la locura lúgubre ha estallado,
“He aquí que se ve por las rendijas y por los agujeros de la puerta y de las ventanas resplandecer
“El espantable sol interior!”
Thomas Pollock Nageoire. —Lechy, me parece que no está usted bien.
Lechy Elbernon. —¡Estoy ebria! ¡estoy ebria! ¡hurra! ¡y no puedo sostenerme sobre mis pies, hurra!
¡Soy yo quien ha prendido el fuego a tu casa, Thomas Pollock, y tu fortuna se va con la humareda espesa y amarilla, y he aquí que ya no tienes nada!
¡Hurra! ¡hurra!
¡Criadas, prended fuego a la casa para limpiarla! ¡que todo lo que puede arder, arda!
¡Que arda la manufactura! ¡que arda la cosecha cuando ya está en los almiares! ¡que ardan las ciudades con los bancos,
Y las iglesias, y los comercios! ¡y que el almacén mamuth
Crepite como una pipa de ron!
¡Y yo también ardo! ¡Y tú, tú arderás también en medio del infierno a donde van los ricos que son como una candela sin mecha,
Para que te consumas como la lana y como la pasta que se reduce sobre una placa de hierro!
Thomas Pollock Nageoire. —Lechy, no puedo soportar su profanidad.