César Vallejo, tu bastón, tus ojos,
tu madre, tu chaleco humilde y triste,
tus palabras de uso, gastadas noblemente
como una herramienta milenaria
que te han puesto en las manos,
como la herramienta tocada, sudada por el hombre,
agraviado de tanta lejanía, anónimo señor de la calle,
elegido a la fuerza, sepulturero, insomne,
calado hasta los huesos de trascendente llama,
de trigo servicial y de nativo llanto necesario,
César Vallejo, tu pan leído del cielo,
tu pan distinto de nostalgia,
tu cara parecida a “en fin”, “después de todo”,
César Vallejo, del lado más terrible y más desnudo
del mundo,
haces signos, previenes, nos preguntas la sangre,
nos preguntas el sueño y nos gritas
por qué te dan así tanto en el alma.
César Vallejo, tu voz cómo nos suena,
qué igual a tu persona inconfundible, a la incesante
piedra
de tu siempre, a tu caer molido en tu esqueleto,
a tu caer sin fin hasta tu fondo
sin sobra y con arrugas,
a tu espoleada frente recorriendo
la tierra varonil de tu tristeza.
Porque así, sencillamente, como debe ser,
hablas las cosas que te pasan
y todavía más las que han pasado,
porque es necesario hacer clara la lista,
el texto que te piden, la escritura que sacas
del olvido, que piden a ese sueño sombrío que es tu vida,
la cláusula pasiva de tu carne, tus palabras,
como tú las querías, para siempre.
Ahora pienso en ti, pienso en la roca
que tiene el cielo atrás, echado al alma,
y un taciturno espejo espeso que lo mira,
su existir corrobora las aves sin embargo,
y es así que te veo, escueto de pasiones,
rectificando al hombre que pasa por la calle,
con su familia tácita, su esperanza inmediata,
su rostro en el bolsillo momentáneo,
y tú, mientras, desnudo, mortificado, solo,
rectificas tu muerte, rectificas
su estancia sollozada, su suntuosa mentira,
y las definitivas decenas, gota a gota,
de la muy minuciosa y pueril, de un solo trago,
y la arbitraria cuenta de tus noches.
Pero si es verdad que, como te decía,
atestiguas el llanto, de pie, contra la noche,
o el súbito argumento rotundo de una muerte,
si es verdad que sollozas tu fuego venidero,
y le das unidad a tanta desgracia,
tanto oscuro desorden cercando, tanta sombra,
aún te queda sonrisa por la sopa materna,
y el vino hecho en la casa recorre tus semanas,
y aún hablas de las mulas, del tiempo, o de si es tarde,
aún ves caer la lluvia y te sonríes
como si hubieras visto un pariente querido,
aún dices sin embargo, bizcocho, nieve, ahora,
aún olvidas, no excluyes,
admitiendo esa costumbre tan antigua del mundo
de abrazar la saliva y el ave,
en el mismo aceite innombrado,
en un tan idéntico fuego de estatura melancólica.
Aún olvidas el llanto un instante, la agujereada
materia de tu llanto, y un momento acaricias la vida,
y dices que no es nada, no es nada, no es nada.
En esta hora que te escribo
todo sigue lo mismo, las nubes, las semanas,
ya ves, es increíble que todo siga tan lo mismo,
y si es verdad que pensar que hayas vivido
me alegra y duele a un tiempo,
sé que es solo un momento que pasará bien pronto,
pues apenas hay hora para vivir lo nuestro y decir:
aquí estamos, este es mi testimonio, esta es mi alma.
Siga el árbol y el hombre con su amargura a cuestas
y las sagradas letras del crepúsculo olviden
que apenas se ha perdido tu pobrecito traje
de esa tela tan triste que nos das para siempre.
Llueve largo el olvido,
tu pueblo está distante, trabajador, minero,
ya no llueve otra vez porque te acuerdes
cómo llovía antes, y está oscuro
tu domingo, la casa, el adiós.
Orígenes. Revista de Arte y Literatura, La Habana, octubre de 1944, año I, no. 3, pp. 31-33.
Poemas de Fina García Marruz publicados en la revista Orígenes.
Notas:
[1] Otros textos relacionados con César Vallejo:
- Cintio Vitier: “Dañado eco”, Sedienta cita (1943), Obras 8. Poesía 1, prólogo, compilación y notas de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2007, pp. 99-100.
- Cintio Vitier: “La religiosidad. César Vallejo”, Experiencia de la poesía. Notas (1944), Obras 1. Poética, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1997, pp. 40-44.
- Cintio Vitier: “Martí futuro” (1964), Temas martianos. Primera serie (1969), La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, pp. 163-169.
- Cintio Vitier: “Patria, poesía y antimperialismo”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, no. 29, pp. 9-14.
- Cintio Vitier: “Vallejo y Martí”, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Lima, Perú, enero-junio de 1981, pp. 95-98.
- Cintio Vitier: “Vallejo mismo”, Poemas de mayo y junio (1988), Obras 10. Poesía 3, prólogo, compilación y notas de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2011, pp. 88-89.
- Cintio Vitier: “Notas en el centenario de Vallejo” (1992), Obras 1. Poética, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1997, pp. 273-281.
- Cintio Vitier: “El rostro de Vallejo” (1994), Cuaderno así (2000), Obras 10. Poesía 3, prólogo, compilación y notas de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2011, pp. 244-246.
- Gastón Baquero: “Dos notas sobre César Vallejo” [“El poeta puro” (1959) y “A los cincuenta años de Los heraldos negros” (1967)], Una señal menuda sobre el pecho del astro. Ensayos, selección y prólogo de Remigio Ricardo Pavón, Holguín, Ediciones La Luz, 2014, pp. 277-279 y pp. 280-283, respectivamente.
- Gastón Baquero: “Vallejo en su V Centenario” (1992), Una señal menuda sobre el pecho del astro. Ensayos, selección y prólogo de Remigio Ricardo Pavón, Holguín, Ediciones La Luz, 2014, pp. 284-286.
- Alejo Carpentier: “La década del vanguardismo en América Latina y la obra poética de César Vallejo” (1966), La cultura en Cuba y en el mundo, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2003, pp. 239-246.
- José Olivio Jiménez: “De José Martí a César Vallejo: anticipos y afinidades”, Poetas contemporáneos de España y América, Madrid, Editorial Verbum, 1998.