La Constitución española, desde la primera en adelante, al dejar de existir la monarquía absoluta, elabora fundamentalmente el concepto de nación. En Cuba, el gran lema de los integristas es la integridad de la nación española. Patria es otro concepto que viene desde las raíces mismas de la comunidad que se desarrolla en la isla de Cuba desde el siglo XVII. El primer cubano que llega a la dignidad de obispo, Dionisio Recino y Ormaochea, en el siglo XVII, coloca tres P en su escudo, que querían decir Primer Prelado de la Patria; él se consideró con todo el orgullo, y lo expone en su escudo, el primer prelado, ¿de quién?, de la patria; ¿de quién?, de Cuba. Bueno, yo diría que de La Habana, porque el concepto de patria en esa época tenía una fragmentación mayor, era La Habana. Pero ¿qué cosa es patria? La tierra de los padres; un concepto más emotivo que político, económico, estructural, como lo es el de nación. Y es el concepto que está en Varela, quien termina sus Lecciones de filosofía con una lección única de patriotismo; y en El Habanero,[41] su periódico, este es un concepto vital, sobre todo para combatir el patrioterismo, porque desgraciadamente a nosotros aquí en el trópico, aquella frase de Máximo Gómez ―“no llegamos o nos pasamos”― nos sucede con todo, hasta con los conceptos. A veces hay manejos arbitrarios de ideas y conceptos; es lo que ocurre con el patrioterismo que Varela combate precisamente por lo que significan patria y patriotismo para él. Ello explica que sus Lecciones de filosofía terminan con esto. Ni Hegel, ni Kant, ni ningún filósofo, que yo haya conocido o estudiado, terminan sus lecciones de filosofía o sus tratados de filosofía con una lección de patriotismo. ¿Por qué Varela sí? ¿Y por qué uno de los aforismos de Luz dice: “El filósofo, como que es tolerante, será cosmopolita; pero ante todo debe ser patriota?”[42]
Vuelve de nuevo el concepto de patria en primer lugar.
Hay una razón esencial y es la misma que ustedes van a encontrar en Martí. El concepto de patria en este caso es el de la construcción de la patria. Se es universal porque las ideas son universales, pero la acción patriótica es la construcción de la patria cubana. Y si van a Martí, vuelven a encontrar como concepto raigal el concepto de patria. Veamos la famosa frase martiana: “Patria es humanidad”. Compárenla con el concepto de patria en Europa, por ejemplo, el caso francés. El concepto europeo de patria puede llevar incluso a los nacionalismos más estrechos y a las posiciones realmente más estrechas; el patriotismo es a veces contraposición con otro pueblo. Pero cuando Martí dice “Patria es humanidad” ―y pudiéramos buscar lo que dice Varela― está dando dos dimensiones al concepto de patria: una teórica, que es el humanismo y otra mundial, la patria es la humanidad entera. ¿Qué cosa tenemos nosotros? La parte de la humanidad en la que nacemos. Si ustedes buscan esa definición de patria, no existía antes de él y no existe para muchos (y, sin embargo, es fundamental para Cuba); es quizás la definición inversa a la que todo el mundo sabe. Muchas veces se habla del concepto de Patria de Martí de los primeros años, cuando “es el odio infinito a quien la ataca”;[43] pero en su etapa madura dice que “no es patria el odio a otro pueblo, quizás tan desgraciado como el nuestro”.[44] La idea de patria en Martí es la idea vareliana de patria como amor. No es posible la unidad del cuerpo social sin amor, y el amor lo funda la esperanza y el amor lo funda la comunidad de bienes, el destino común. Y esa es la idea que transita todo el siglo XIX. Martí diría más: el siglo XIX, la revolución independentista, es el resultado de un siglo de labor patriótica. No está hablando del 68, está hablando de los orígenes del siglo. Pero, ¿quién está en ese origen del siglo? ¿Quién fue el que inició esa labor patriótica?: Félix Varela. Hay un nexo entre estas dos figuras, y pienso que esos nexos de pensamiento son nexos de amor en estos hombres, nexos que le permitieron a Cuba heredar un pensamiento. Esos valores no son innatos como las ideas de Descartes, sino valores que se crean, se cultivan.
Esa es, a mi modo de ver, una de las grandes herencias. Me gustaría leer, para los que quieran recordar y ver las dimensiones de este inolvidable pensador, Félix Varela, dos párrafos, donde está el origen de muchas cosas. Cuando a Varela, en el año 1826 ―ya estaba en el exilio, y ya había publicado El Habanero―, lo acusaron de que lo que él había dicho en el Seminario San Carlos no era lo que estaba haciendo con su labor independentista, él respondió con las siguientes ideas:
Cuando yo ocupaba la Cátedra de Filosofía del Colegio de S. Carlos de la Habana pensaba como americano; cuando mi patria se sirvió hacerme el honroso encargo de representarla en Cortes, pensé como americano; en los momentos difíciles en que acaso estaban en lucha mis intereses particulares con los de mi patria pensé como americano; cuando el desenlace político de los negocios de España me obligó a buscar un asilo en un país extranjero por no ser víctima en una patria, cuyos mandatos había procurado cumplir hasta el último momento, pensé como americano, y yo espero descender al sepulcro pensando como americano.[45]
¿Qué cosa era pensar como americano? Leo otras palabras de Varela de 1824:
El americano oye constantemente la imperiosa voz de la naturaleza que le dice: yo te he puesto en un suelo que te hostiga con sus riquezas y te asalta con sus frutos; un inmenso océano te separa de esa Europa, donde la tiranía ultrajándome, holla mis dones y aflige a los pueblos; no la temas: Sus esfuerzos son impotentes, recupera la libertad de que tú mismo te has despojado por una sumisión hija más de la timidez que de la necesidad; vive libre e independiente; y prepara un asilo a los libres de todos los países; ellos son tus hermanos.[46]
“A los hombres libres de todos los países, ellos son tus hermanos”. Quisiera concluir con una última reflexión, porque realmente lamento mucho que no sea posible cubrir todos los aspectos en una conferencia como esta. Pero creo que lo que nos ha faltado a veces es haber seguido estos pasos. Es muy bueno que tengamos grandes poetas que expresen esa sensibilidad y esa explosión emocional de lo cubano. Hay que pensar por qué tenemos ausentes esos filósofos que son capaces de producir la reflexión racional de lo cubano, como intentaron estas grandes figuras que tienen esas dos cúspides que son Félix Varela y José Martí. ¿Dónde se nos perdió el camino de la razón? Quizás en esta reflexión podamos empezar a encontrar de nuevo esa arma necesaria para lograr superar cada día más los problemas de nuestro país; hoy, mañana, siempre serán problemas eternos los que forman parte de la eterna realidad humana que significa tratar de seguir construyendo la sociedad con “amores y esperanzas”. Esa Cuba cubana que soñaron estos grandes del pensamiento y ese volver tratar de encontrar los métodos, las estructuras, las lógicas del pensamiento que nos permitan conocernos a nosotros mismos cada día más. Volvamos al principio de la filosofía, al templo griego, al conócete a ti mismo; que significa volver al templo vareliano del conócete a ti mismo del cubano. Ellos, los Padres de nuestros Padres Fundadores fueron los que trataron de crear esta filosofía cubana. Acaso hoy estemos urgidos de volver a tratar de, sobre la base de lo que nos dejaron, que fue mucho, seguir el camino que a mi modo de ver ha quedado inconcluso.
(Cuadernos del aula, no. 2, La Habana, Centro Fray Bartolomé de las Casas, Convento de San Juan de Letrán, 2003. Versión revisada y corregida por el autor para esta entrega del Anuario del Centro de Estudios Martianos).
Tomado del Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2008, no. 31, pp. 210-225.
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[41] Félix Varela: El Habanero. Papel político, científico y literario (1824-1829), Obras, ob. cit., vol. II, pp. 137-286.
[42] José de la Luz y Caballero: “Doctrinas de Psicología, Lógica y Moral, expuestas en la clase de filosofía del colegio de San Cristóbal”, Habana, 1835, Obras, ob. cit., vol. III, p. 78.
[43] “El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca […]”. (“Abdala”, ob. cit., p. 29).
“No hay que tomar […] al pie de la letra la ingenua confesión del ‘rencor invencible’ de ‘Abdala’. Es un lenguaje del que solo se sirve a sus dieciséis años, no a través de su magna reflexión y acción revolucionaria, y que jamás volverá a utilizar después. Valerse de él para animar al combate sería como utilizar un hacha petaloide cuando ya se tiene a mano un arma realmente más nueva y eficaz. En este punto del odio, Martí fue concluyente. Para él ‘es bueno el que ama, y él solo es bueno: y el que no ama no lo es’” (OC, t. 4, p. 310). [Fina García Marruz: “De ‘Abdala’ a El presidio político”, El amor como energía revolucionaria en José Martí (1972-1973), Albur, órgano de los estudiantes del Instituto Superior de Arte, año IV, número especial, La Habana, mayo de 1992].
“Martí […] no reacciona frente al enemigo, sino que actúa frente y contra él desde su libertad, que en principio puede redimir también al enemigo; de ahí su mayor eficacia; es esto lo que le permite liberarse del odio, que es el signo de la verdadera colonia. Su planteamiento, radicalmente ético, parte de una autoctonía del ser. Esa profunda originalidad le permite señorear la situación, no devolver odio lúcido por odio ciego, no ser un resentido histórico, una irremediable víctima intelectual y emocional de la colonia. Le permite ser un pensador revolucionario de lo que se llamará el Tercer Mundo, no un sectario del Tercer Mundo; y, sobre todo, eso tan raro, casi milagroso en la historia de las luchas políticas: un hombre libre, dentro de la esclavitud; por lo tanto, un auténtico libertador”. (Cintio Vitier: “Imagen de Martí”, Vida y obra del Apóstol José Martí, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2004, p. 17).
[44] “Patria no es más que el conjunto de condiciones en que pueden vivir satisfechos el decoro y bienestar de los hijos de un país. No es patria el amor irracional a un rincón de la tierra—porque nacimos en él: ni el odio ciego a otro país, acaso tan infortunado como culpable”. (JM: “Los sucesos del Cayo”, Patria, Nueva York, 2 de marzo de 1894, no. 101, p. 4. (No aparece en la edición de las Obras completas).
[45] Félix Varela: “Carta al S.D.P.I. de A.”, Nueva York, 7 de julio de 1825, Obras, ob. cit., vol. II, pp. 299-300.
[46] Félix Varela: “Amor de los americanos a la independencia” (El Habanero. Papel político, científico y literario, t. 1, no. 2, Filadelfia, 1824), Obras, ob. cit., vol. II, p. 189.
[47] Historiador, investigador y profesor titular de la Universidad de La Habana. Ha publicado una considerable obra de temas históricos y filosóficos. Miembro de la Academia Cubana de la Lengua. Director de la Biblioteca Nacional José Martí.