Juan Francisco Manzano (1797-1854)
Nació en La Habana en 1797, donde murió en 1854. La diferencia básica entre Manzano y los demás escritores contemporáneos suyos radica en su condición de esclavo. Esto lo hizo pasar por las manos de varios amos, algunos de una refinada maldad. Por su origen, le estaba vedado cultivar la literatura, pero una férrea vocación le hizo vencer los muchos obstáculos que encontró.
Con la ayuda de algunos escritores blancos, consiguió publicar sus versos, y una colecta le permitió por fin comprar su libertad. A instancias de Domingo del Monte escribió su Autobiografía en 1839, cuya primera parte fue traducida al inglés y vio la luz en Londres como un alegato contra la esclavitud (la segunda parte se perdió en las manos de uno de los copistas cubanos).
Implicado injustamente en el dramático Proceso de la Escalera en 1844, a pesar de haber sido absuelto, esa terrible experiencia lo marcó para el resto de su vida, dedicada a humildes oficios manuales en los que también había mostrado gran destreza.
En sus versos, la expresión de sus sinsabores sigue la pauta de la moda neoclásica, y aunque muestre habilidad y fresca inspiración en más de una ocasión, difícilmente alcanza el sincero patetismo de la prosa —no dominada desde el punto de vista de la técnica— de sus páginas autobiográficas, que lo ubican como un caso excepcional dentro de la literatura en lengua española de su época.[1] (Poesía cubana de la colonia, selección, prólogo y notas de Salvador Arias, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2002, p. 29).
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] “Plácido tuvo el don aéreo, la ligereza, la gracia, el brillo. Manzano tuvo el peso estoico de su vida. Si Plácido nos recuerda siempre al sinsonte que no tiene canto propio y, sin embargo, resulta inconfundible, Manzano trae la imagen del fuego atado al tronco que lo alimenta. Los dos fueron al cabo pasto de la misma injusticia: uno cayendo con el río de sus armoniosas palabras, el otro hundiéndose en el silencio de la víctima absoluta”. (Cintio Vitier: “Poetas cubanos del siglo XIX. Semblanzas” (1968), en Obras 3, Crítica 1, prólogo de Enrique Saínz, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2000, p. 222).