JOSÉ MARTÍ, REVOLUCIONARIO EN TODAS PARTES
La inercia es tan factual como ineludible, y —ya sea impulso o freno— puede ser útil y también nociva. Es una ley física, pero metafóricamente explica hechos de otros terrenos, como el cultural. En este último figuran la interpretación y el entendimiento de los textos y las ideas, y así ocurre en el caso de José Martí, centro de las presentes notas.
No parece que siempre se haya prestado plena atención a claves que él mismo ofreció para la lectura de su obra. Una de ellas se halla en la carta —que aquí apenas se roza— del 19 de diciembre de 1882 a Bartolomé Mitre Vedia, director del diario bonaerense La Nación: “Es mal mío no poder concebir nada en retazos, y querer cargar de esencia los pequeños moldes, y hacer los artículos de diario como si fueran libros”.[1]
Lo que él se atribuyó como un mal es —huelga decirlo— una de sus virtudes, y se afianza en la organicidad con que acometía su labor. Pero, a veces, para decir que la mayor parte de su producción la componen colaboraciones en la prensa, no libros, se ha dicho que no la distingue la presencia de obras orgánicas. Con ello se le aplican, de algún modo, cartabones de zonas culturales en que se prestigian de preferencia los escritos que tienen sesgo de tratados monográficos, no la crónica y el ensayo periodístico, tan relevantes en nuestra América.
La organicidad en Martí se debe a su maestría expresiva, aparejada a la coherencia de su pensamiento, que se afirmó con incesante honradez en sus actos, y en su abarcadora perspectiva. No termina en la razón con que cada uno de sus textos puede leerse como si fuera un libro, sino que se extiende al hecho de que —salvedades genéricas aparte, y sin obviar la evolución propia de todo autor, y en él temprana— así vale leer igualmente el conjunto de su producción, monumental por significado, altura artística y cifra.
Se sabe que la citada carta a Mitre respondió al temor que ese editor sintió de que ya en la primera crónica de Martí para La Nación[2] pudiera percibirse el inicio de una “campaña de denunciation” —palabras del argentino— contra los Estados Unidos “como cuerpo político”.[3] Martí se las arregló para seguir haciendo su tarea sin traicionarse ni dar motivos para lo que algunos han visto como deslumbramiento ante la realidad de aquel país, con lo cual obvian las tempranas y rotundas impugnaciones que le hizo.
En ocasiones se ha partido de una lectura insuficiente de sus “Impresiones…” de 1880 en la revista neoyorquina The Hour, en las cuales priman, más que un mero seudónimo, la perspectiva y la voz narradora de todo un personaje literario creado por él: un español que, recién llegado a Nueva York, se asombra de lo que allí ve en contraste con las persistencias del atraso feudal en España.[4]
Ni siquiera es seguro que en todo momento la condición de permanente revolucionario cubano se haya apreciado lo bastante. No faltan indicios de que a veces ha sido vista como una carrera intermitente desde el presidio político[5] hasta los preparativos ya ostensibles de la guerra de liberación,[6] y su muerte en combate.[7] Su obligado peregrinar ha puesto su cuota en el déficit valorativo aludido, y no se descuenten los efectos de zonas en que parte al menos de la documentación se tiene por perdida.
Pero él, en carta del 27 de noviembre de 1877 a Valero Pujol, director del diario guatemalteco El Progreso,[8] definió así lo que se proponía trasmitir a sus lectores: “Les hablo de lo que hablo siempre: de este gigante desconocido, de estas tierras que balbucean, de nuestra América fabulosa”, e inmediatamente añade: “Yo nací en Cuba, y estaré en tierra de Cuba aun cuando pise los no domados llanos del Arauco”.[9] A la luz de esa declaración debe ponderarse su largo y poco interrumpido periplo como deportado. Así se vio obligado a vivir desde la salida del presidio y su confinamiento en la entonces Isla de Pinos, cuando aún era un adolescente. Pero si no siempre tuvo en el destierro iguales posibilidades para actuar, todo cuanto hizo —desde pensar y conspirar hasta organizar una guerra—, aunque no estuviera visiblemente ligado a Cuba, lo asumía como parte de su preparación para servirle, y con plena conciencia de revolucionario cubano.
Y tampoco se agotaba en esa condición el luchador que, guiado por su universalidad, expresó en el arranque de sus Versos sencillos: “Yo soy un hombre sincero / De donde crece la palma”.[10] También dice en ese poemario: “Yo vengo de todas partes, / Y hacia todas partes voy”,[11] “Vengo del sol, y al sol voy: / Soy el amor: soy el verso!”.[12] Seguro del valor de su punto de partida y de destino, y de su trayectoria, puede vaticinar: “¡Yo soy bueno, y como bueno/ Moriré de cara al sol!”.[13] Más de una década antes, en 1876, con respecto a riesgos que encaró en México, había plasmado otra de las máximas cuya consecuencia germinadora recorren su obra como semillas de fuego: “Y así, allá como aquí, donde yo vaya como donde estoy, en tanto dure mi peregrinación por la ancha tierra,—para la lisonja, siempre extranjero; para el peligro, siempre ciudadano”.[14] Anticipaba lo de “Patria es humanidad”[15] que escribirá poco antes de morir y no se ha librado de lecturas empobrecedoras, a despecho de la riqueza conceptual con que en ese texto y en otros abundó sobre los nexos entre la patria inmediata, o natal, y la patria mayor que es la humanidad. Lo guiaba la perspectiva con que, a base de etimología y profundización, sostuvo en uno de sus cuadernos de apuntes: “Para mí, la palabra Universo explica el Universo: Versus uni: lo vario en lo uno”.[16]
Esos juicios deben considerarse a fondo, por ejemplo —y nada menos—, al valorar la significación que para él tuvo la estancia en el país donde más tiempo vivió fuera de Cuba, los Estados Unidos;[17] cerca de quince años y, por añadidura, en el tramo final de su existencia. De ese modo fueron decisivos en su evolución, en un camino de pensamiento que, aunque precoz, era natural que tuviera una maduración creciente, si bien desde la juventud, o ya en la adolescencia, se caracterizó por su asombrosa solidez.[18]
En Nueva York residió desde los inicios de 1880 hasta los de 1881, y desde mediados de este año hasta enero de 1895, cuando partió en intenso y largo recorrido hacia Cuba, donde lo esperaría la guerra que él había contribuido decisivamente a preparar. No llegó a la urbe norteña en busca de mejoría económica. Bien lejos de eso, a lo largo de su existencia dio un ejemplo válido para las revoluciones que en el mundo hayan deseado o se propongan servir de veras a “los pobres de la tierra”: escogió ser uno de ellos, vivir como ellos, sin acomodarse al talento que le habría permitido hacerse rico.
Retrató aquella ciudad no solo en crónicas y cartas, sino también en poemas de sus Versos libres. En “Amor de ciudad grande”, por ejemplo, capta la atmósfera moral que lo lleva a exclamar: “¡Me espanta la ciudad!” y “¡Tomad vosotros, catadores ruines / De vinillos humanos, esos vasos / Donde el jugo de lirio a grandes sorbos / Sin compasión y sin temor se bebe! / Tomad! Yo soy honrado, y tengo miedo!”.[19] Halló una “metrópoli ahíta y gozadora”,[20] una “copa de veneno”[21] a la cual se sentía atado por las circunstancias.[22]
Notas:
Véase Abreviaturas y siglas
[1] “Es mal mío no poder concebir nada en retazos, y querer cargar de esencia los pequeños moldes, y hacer los artículos de diario como si fueran libros,—por lo cual no escribo con sosiego, ni con mi verdadero modo de escribir, sino cuando siento que escribo para gentes que han de amarme, y cuando puedo, en pequeñas obras sucesivas, ir contorneando insensiblemente en lo exterior la obra previa hecha ya en mí”. (JM: “Carta a Bartolomé Mitre Vedia”, Nueva York, 19 de diciembre [de 1882], OCEC, t. 17, p. 353).
[2] “Muerte de Guiteau”. La crónica está fechada en Nueva York, el 15 de julio de 1882, y fue publicada en La Nación, el 13 de septiembre de ese año. Véase en OCEC, t. 17, pp. 11-22.
[3] “La parte suprimida de su carta, encerrando verdades innegables, podía inducir en el error de creer que se abría una campaña de denunciación contra los Estados Unidos como cuerpo político, como entidad social, como centro económico, con prescindencia de las grandes lecciones que da diariamente a la humanidad esa inmensa agrupación de hombres, tan poderosamente dotados, como el medio en que se agitan, para todas las aplicaciones de la inteligencia, del trabajo y de las levantadas aspiraciones. Y tal no era en su idea. De otras secciones de su misma carta, como de trabajos suyos anteriores, se desprende —y no podía ser de otro modo— que sabe Ud. hacer, y hace completa justicia a lo que hay de grande, de noble y de hermoso en ese país, estimulando en lo que valen las enseñanzas que, en medio de todos los defectos, ofrece al mundo en los detalles y el conjunto de su portentoso desarrollo”. (Bartolomé Mitre: “Carta a José Martí”, Buenos Aires, 26 de septiembre de 1882, DJM, p. 138).
[4] JM: “Impresiones sobre Estados Unidos de América. (Por un español recién llegado)”, The Hour, Nueva York, 10 de julio, 21 de agosto y 23 de octubre de 1880, OCEC, t. 7, pp. 135-139, 142-145 y 148-151, respectivamente.
[5] JM: El presidio político en Cuba, Madrid, 1871, OCEC, t. 1, pp. 63-93.
[6] Véase Pedro Pablo Rodríguez: “La idea de la liberación nacional en José Martí”, Anuario Martiano, La Habana, Sala Martí, Biblioteca Nacional, 1972, no. 4, pp. 169-213 (Pensamiento crítico, La Habana, febrero-marzo, 1971, nos. 49-50); e Ibrahim Hidalgo Paz: “Partido Revolucionario Cubano: guerra y revolución”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2017, no. 40, pp. 216-223.
[7] Véase Eduardo Vázquez Pérez: “La historia y los azares del espíritu”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2020, no. 43, pp. 42-61.
[8] Diario liberal guatemalteco dirigido por su propietario, el español Valero Pujol.
[9] JM: “Carta a Valero Pujol”, [Guatemala] 27 de noviembre de [1877], OCEC, t. 5, p. 190.
[10] “Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma”.
(JM: “Poema I”, Versos sencillos, Nueva York, 1891, OCEC, t. 14, p. 299).
[11] “Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy”.
(Ídem).
[12] “¡Arpa soy, salterio soy
Donde vibra el Universo:
Vengo del sol, y al sol voy:
Soy el amor: soy el verso!”
(JM: “Poema XVII”, Versos sencillos, ob. cit., p. 322).
[13] “Yo quiero salir del mundo
Por la puerta natural:
En un carro de hojas verdes
A morir me han de llevar.
No me pongan en lo oscuro
A morir como un traidor:
¡Yo soy bueno, y como bueno
Moriré de cara al sol!”
(JM: “Poema XXIII”, Versos sencillos, ob. cit., p. 328).
[14] JM: “Extranjero”, El Federalista, México, 16 de diciembre de 1876, OCEC, t. 2, p. 300.
[15] “Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer;—y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni porque a estos pecados se de a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca. Esto es luz, y del sol no se sale. Patria es eso. Quien lo olvida, vive flojo, y muere mal, sin apoyo ni estima de sí, y sin que los demás lo estimen: quien cumple, goza, y en sus años viejos siente y trasmite la fuerza de la juventud”. [JM: “La revista literaria dominicense” (“En casa”), Patria, Nueva York, 26 de enero de 1895, no. 146, p. 3; OC, t. 5, pp. 468-469].
[16] JM: “Cuaderno de apuntes no. 9”, [1882], OC, t. 21, p. 255.
[17] Véase JM: En los Estados Unidos. (Periodismo de 1881 a 1892), ed. crítica, Roberto Fernández Retamar y Pedro Pablo Rodríguez, coords., ALLCA XX, Colección Archivos de la UNESCO, 2003; Phillip S. Foner: “Visión martiana de los dos rostros de los Estados Unidos”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1980, no. 3, pp. 218-236; Rafael Cepeda: José Martí: su verdad sobre los Estados Unidos, La Habana, Editorial Caminos, 1995; José Martí y los Estados Unidos, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 1998; JM: Norteamericanos. Apóstoles, poetas, bandidos, selección y estudio introductorio de Marlene Vázquez Pérez, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2009; Aproximaciones a las Escenas Norteamericanas, selección, con textos de Mauricio Núñez, Caridad Atencio, Carmen Suárez León y Salvador Arias, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2010; Ana Cairo Ballester: “La política en Estados Unidos”, “Estados Unidos y la construcción del pensamiento cubano en el siglo XIX” y “Entre románticos, modernistas y vanguardistas cubanos: algunas visiones de Estados Unidos”, José Martí y la novela de la cultura de la cultura cubana, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2014, pp. 295-317, 318-344 y 345-395; José Martí: La verdad sobre los Estados Unidos, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2016; Marlene Vázquez Pérez: La vigilia perpetua. Martí en Nueva York, La Habana, 2da ed., La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2017; y Pedro Pablo Rodríguez: “Estados Unidos ‘de más a menos’. La mirada de José Martí”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2019, no. 42, pp. 35-47.
[18] Véase Rodolfo Sarracino: “Los Estados Unidos en la visión internacional antiimperialista de José Martí: primeras aproximaciones”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2006, no 29, pp. 85-89.
[19] JM: “Amor de ciudad grande [B]”, Versos libres, OCEC, t. 14, p. 160. (De este poema hay tres versiones: la presente identificada con la letra B, la que se publica antes con la letra A, y una tercera, fragmentaria, titulada “[Se ama de pie, en la calle, por lo oscuro]”.
[20] JM: “La escuela de ópera y oratorio de Emilio Agramonte”, Patria, Nueva York, 23 de septiembre de1893, no. 79, p. 3; OC, t. 5, p. 311.
[21] —“Todo me ata a New York, por lo menos durante algunos años de mi vida: todo me ata a esta copa de veneno:—Vd. no lo sabe bien, porque no ha batallado aquí como yo he batallado; pero la verdad es que todos los días, al llegar la tarde, me siento como comido en lo interior de un tósigo que me echa a andar, me pone el alma en vuelcos, y me invita a salir de mí. Todo yo estallo. De adentro me viene un fuego que me quema, como un fuego de fiebre, ávido y seco. Es la muerte a retazos. Solo los días en que no bajo a negocios, o veo a poca gente, o ando mucho al aire ahora que hay primavera, padezco menos de este horror de espíritu: ¡qué riendas he necesitado tener para sujetar la mente a frenos! ¡el día que yo escriba este poema!—Bueno, pues: todo me ata a New York: las consecuencias de los errores políticos de nuestro país;—la cercanía a esa tierra mía, que no sabe de mí, y por la que muero;—la repugnancia a salir a correr nuevas aventuras, con la casa al hombro, que no admite esperas;—la repugnancia, aún mayor, a vivir en países adonde no llevo un arte práctica ni un derecho mecánico a la vida, sino una pequeña inteligencia más, que en esos países sobra, y solo da de comer cuando se pone en alquiler o en venta para usos de gobierno, que a un extranjero están vedados:—todo, más las consecuencias naturales de cinco años de vida en un lugar céntrico, me ata por ahora a New York […]”. (JM: “Carta a Manuel Mercado”, [Nueva York] 22 de abril [de 1886], OCEC, t. 23, p. 191).
[22] Véase Enrique López Mesa: La comunidad cubana de New York: siglo XIX, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2002; José Antonio González: “Visión cultural martiana del Nueva York decimonónico”, 2005. Electronic Theses, Treatises and Dissertations. Paper 4140. http://diginole.lib.fsu.edu/etd/414058; Fernando Operé: “‘Amor de ciudad grande’ y el transnacionalismo en José Martí”, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2012. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/amor-de-ciudad-grande-y-el-transnacionalismo-en-jose-marti/; Rocío Antúnez Olivera: “José Martí en Nueva York, urbe y escritura”, Revista Decires, n. d. Web. 5 May 2013. “José Martí en Nueva York, urbe y escritura”. Disponible en: http://revistadecires.cepe.unam.mx/articulos/art4-5.pdf; Mauricio Núñez Rodríguez: “Crónica y narración desde New York”, José Martí: narrar desde el periodismo, editor‑compilador Mauricio Núñez Rodríguez, Costa Rica, Heredia, EUNA, 2016; Enrique López Mesa: “Martí en Nueva York”, Honda, La Habana, no. 51, pp. 59-62; Todo lo olvida New York en un instante. Escritos sobre el nacimiento de la cultura de consumo (1881-1891), selección y estudio introductorio de José Miguel Marinas, Chile, Viña del Mar, CENALTES Ediciones, 2016; Antonio Herrería: “Martí y Darío ante Nueva York”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2016, no. 39, pp. 121-133; Luis Álvarez Álvarez y Nadiezda Proenza Ruiz: “La construcción de una imagen: Nueva York en las crónicas martianas”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2017, no. 40, pp. 234-247; Marlene Vázquez Pérez: La vigilia perpetua. Martí en Nueva York, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2017 y “Madrid en Nueva York: el mediador cultural José Martí en la prensa estadounidense”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2019, no. 42, pp. 57-72; Victoria Navarro González y Rocío Romero Aguirre: “Pensar el arte en Nueva York. Los desafíos del lenguaje”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2019, no. 42, pp. 349-361; David Leyva González: “A Nueva York por la vía Martí-Dos Passos”, Temas, La Habana, octubre de 2020-marzo de 2021, no. 104-105, pp. 140-147.