UN DÍA, UNA MIRADA

MISERICORDIA de la luz cayendo
sobre la mesa, el pan y la ventana,
oh luces de la sombra cotidiana
callando en torno a Aquel que está durmiendo!

¿Aludes al misterio de María,
luz que cruzas el aire sin tocarlo?
¿Vas delante de Dios como delante
de un rey vigila un misterioso heraldo?

Un día, una mirada de Tus ojos
que ha cerrado la noche, mientras quedan
en los abiertos campos deslumbrados
tu memoria, tu sueño, tus estrellas!

Tú das al doloroso orgullo mío
la mano inmensa y dulce del consuelo
con calidad de lúcida respuesta
por los hondos caminos verdaderos.

Por los caminos de la tarde antigua
la dicha que tenía ya olvidada
como una vieja estampa me conmueve:
siento que llego a costa de palabra.

Oh cena del Señor, luz compartida,
caritativo pan del día nuestro
tornándote “esta luz”, este milagro
de ser ya hoy y todavía eterno!

Oh texto más dichoso que la noche!
Ausculta el jarro, el sueño, la locura,
háblales con tu lengua conmovida
para olvidar el dios, la fronda impura!

Conmuéveme con vara simple y tosca,
que yo pueda mirar a la mirada!
Hoy llegas a los oros interiores:
“es la mesa, es el pan, es la ventana”.

Orígenes. Revista de Arte y Literatura, La Habana, invierno de 1945, año II, no. 8, pp. 20-21.