AGOSTO

Agosto, si agostada tu carrera
recorriste los días repetidos
una vez más, deja tocar el trillo
santo de tu costumbre y en la misa
implacable y diurna al oficiante
vea de tu verdor, —las palabras iguales
repitiendo en el tedio— dime, enseña
a hacer lo mismo sin que se nos hiele
la mano, el alma de sí misma herida,
y de la impura exaltación borrando
nuestra nada en su espejo enardecida,
vengas tú, bestia fiel, contra mi pecho,
tu cabezazo sienta, y entre tus tristes ojos,
oiga el silbo que oíste, y obedezca.

                                               Fina García Marruz