DESPACHO DEL CÓNSUL GENERAL DE FRANCIA EN LA

HABANA EN 1871, EN RELACIÓN CON EL FUSILAMIENTO

DE LOS ESTUDIANTES

Consulado General de Francia en La Habana.
Dirección Política.
No 24
La Habana, 28 de noviembre de 1871.

GRAVES DESÓRDENES POLÍTICOS EN LA HABANA

Señor ministro de Relaciones Exteriores. París.
Señor ministro:

     El orden que de facto reinaba en La Habana porque los voluntarios se consideraban y son, en efecto, los dueños absolutos de la situación, se ha visto interrumpido a consecuencia de hechos que no podrían calificarse sino de travesuras de estudiantes, de no haber sido por las consecuencias terribles que han acarreado, dando lugar a una matanza que desde hacía tiempo no ocurría en La Habana.

     Cito los hechos:

     El 25 de este mes unos cincuenta estudiantes se dirigieron al cementerio de esta ciudad, donde reposan los restos de Gonzalo Castañón, editor de La Voz de Cuba, quien había sido asesinado en Cayo Hueso en enero de 1869, por insurgentes cubanos, cuando se dirigió a ese lugar en respuesta a una provocación. Allí (en el cementerio) los jóvenes rompieron el cristal que cubría el nicho donde estaba la corona cívica que le habían dedicado, ensuciándola con versos obscenos.

     ¿Cuál fue el móvil de esta profanación? ¿Fue por odio retroactivo contra un periodista que había combatido la insurrección valiéndose de su talento de escritor; era una protesta contra los arrestos arbitrarios de cubanos, deportados últimamente sin juzgarlos a Isla de Pinos; era el comienzo de la ejecución de un plan acordado por los rebeldes? ¿O más bien no era otra cosa, como ya señalé anteriormente, sino travesuras de estudiantes, provocadas quizás por los descontentos y llevadas a cabo sin otro fin que crear un poco de desorden?

     Esta última hipótesis me parece la más admisible, a juzgar por la composición del grupo de estudiantes a quienes se les imputa haber cometido el crimen.

     Si entre ellos hay muchos cubanos sospechosos de desafección a España, muchos también son hijos de españoles muy patriotas; y el jefe de la banda es el propio sobrino de Álvarez (llamado El Tocho), coronel de los Chapelgorris, uno de los cuerpos de voluntarios más violentos contra los cubanos.

     ¿Y qué momento escogieron para ejecutar este acto?

     La víspera del día en que se había citado a los voluntarios a reunión para un desfile.

     Los violadores de la tumba de Castañón, o al menos, todos los estudiantes del tercer [sic.] año de la Escuela de Medicina, en masa, y otros, acusados de ese acto, fueron arrestados en número de cuarenta y siete.

     Los voluntarios se reunieron el 26, dispuestos a exigir el castigo del ultraje hecho a la memoria del mártir de su causa.

     Infortunadamente el general Valmaseda se encontraba ausente; siempre se halla con el ejército en la parte este de la Isla.

El general Crespo, segundo en el mando (segundo cabo, llegado de España), bien informado de lo que ocurría, no tuvo el valor de suspender el desfile. Mientras tanto, como ya dije, desde la noche anterior se sabía que los voluntarios iban a aprovecharse de su reunión con armas para imponer su voluntad a los demás.

     La revista tuvo lugar y el general fue recibido fríamente. Después del desfile, en vez de romper filas, una parte de los voluntarios se reunió en la Plaza de Armas, frente a la morada del general, pidiendo imperiosamente que se juzgara a los estudiantes en consejo de guerra.

     Las tropas de voluntarios, con las armas cargadas, mantenían aisladas a las autoridades, con la consigna de que “no serían dejados en libertad, sino después que se hubiese hecho justicia”.

     Un primer consejo de guerra compuesto de oficiales del ejército y de voluntarios se había reunido, pero fue inmediatamente disuelto tras la protesta de un probo oficial, indignado de que se quisiera emplear los rigores de la ley militar por un crimen, sancionable cuando más por los tribunales ordinarios con algunos días de prisión.

     Fue acusado de complicidad. Se organizó un nuevo consejo de guerra, pero solo para cubrir la forma, pues desde la víspera se sabía qué sentencia se había de pronunciar: la muerte para un cierto número y trabajos forzados para los demás.

     Puede que se deba a los oficiales del ejército presentes en el consejo el que no se haya pronunciado la pena de muerte contra los cuarenta y siete estudiantes.[1]

     A las cuatro de la tarde ocho pobres muchachos fueron pasados por las armas ante la desesperación de toda la población.

     La ciudad está de duelo, las calles desiertas, las tiendas cerradas.

     Se esperaba al general Valmaseda, pero llegó demasiado tarde. Y por lo demás, ¿qué hubiera podido hacer, sin tropa, sin fuerza moral, ante diez o doce mil voluntarios armados, que estaban decididos a ser los amos y lo eran en efecto?

     Quise telegrafiar a los Estados Unidos para pedir que nos enviasen un buque de guerra francés, pues se temían nuevas complicaciones si no (como me lo expresó uno de los principales habitantes del país) la masacre de los cubanos sospechosos. Pero como ya advertí al Departamento en otra oportunidad, mi clave no se corresponde con la de Nueva York, y por otra parte, no tenemos comunicación telegráfica con las Antillas francesas.

     Los cónsules generales de Inglaterra y los Estados Unidos telegrafiaron.

     Escribo a Nueva York por este vapor.

     Es a toda prisa, señor ministro, que dicto este informe, me falta tiempo para coordinar mis ideas y el vapor parte dentro de un instante.

     Sírvase aceptar las protestas de la respetuosa consideración con la que soy, señor ministro, su más humilde y obediente servidor,[2]

(F.) A. J. De La Forest

(Ministère des Affaires Etrangères. Archives diplomatiques. Espagne. Vol. 77, folios 53 a 66v. Microfilm en poder de Luis Le Roy y Gálvez, obtenido en 1971 por mediación de la Embajada de Cuba en París).

Tomado de José A. Baujin y Mercy Ruiz (coord.): “Con un himno en la garganta”. El 27 de noviembre de 1871: investigación histórica, tradición universitaria e Inocencia, de Alejandro Gil, La Habana, Editorial UH y Ediciones ICAIC, 2019, pp. 134-135.

Otros textos relacionados con el 27 de noviembre de 1871.


Notas:

Véase Abreviaturas y siglas

[1] Los estudiantes detenidos al atardecer del día 25 de noviembre fueron 45.

[2] Véase el despacho siguiente con fecha 3 de diciembre de 1871.