DE FERMÍN VALDÉS-DOMÍNGUEZ

Pepe:

Pensarás mal de mí y con razón. Me creerás ingrato, quizás pienses que no merezco tu cariño: todo eso pensarás; pero yo no merezco estas cosas y tampoco sé como poderte explicar en una carta mi vida, mis sufrimientos, mis angustias. Escribo para mi periódico,[1] paso una vida agitadísima, estas líneas que te estoy escribiendo ya las he interrumpido una vez para contestar una pregunta del regente y otra para escribir un suelto dando cuenta de una manifestación de las que tanto nos mortifican en estos días.

     Si me preguntas por qué no te he escrito yo no te lo sé decir. Todos los días hablo de ti, todos los días tengo una discusión sobre tu estilo, sobre tu talento, sobre el vuelo gigante de tu fantasía y sobre la elocuencia de tu palabra. Me importa poco que me digan qe. te quiero mucho; pero para mí tú eres a más de mi hermano, a más de la única persona que fuera de mi Consuelo puedo yo decir que me quiere de veras y así para mí tú eres mi hermano y mi Víctor Hugo. Como hermano te quiero, como V. H. te respeto y te admiro.

     Y sabes tú por qué no te he escrito, sabes por qué no has recibido en todos los correos cartas mías, porque nuestras cartas no son como tantas como se escriben sin el corazón, porque nuestras cartas tienen que ser la manifestación de todo lo que pensamos y sentimos y esto no cabe en una carta ni hay pluma que sepa escribirlo.

     Yo necesitaba verte y hablarte y contarte todas mis penas, todas mis glorias y todos mis sufrimientos. Mi vanidad ha gozado; pero yo he llorado mucho en estos últimos meses. Yo no he buscado nada, ni diputación, ni aplausos; pero mis falsos amigos me han buscado todo eso para tratar de hacerme daño; y me lo han hecho.

     Yo tengo una esperanza y esta es solo que, al fin, mi pueblo, el pueblo cubano, vaya a su puesto. Me parece que la hora sonará pronto y por eso sostengo El Cubano y por eso escribo y me agito entre la envidia y la deslealtad de muchos.

     Pero tan solo estoy qe. a veces, me parece que ya no soy cubano; y digo que estoy solo, porque hay tanto cobarde por aquí…

     Hace muchos días te escribí con un amigo cuyo nombre no recuerdo, una carta[2] en la que te pedía que me escribieras correspondencias cuatro por mes y que mandaras artículos para El Cubano; pero tú no me has contestado y ya no te escribo hoy para que me contestes sino para que me perdones y para que me abraces, para que me des un beso de hermano, para que me digas, pronto, muy pronto que no me olvidas, para en una carta tuya recordar que aún no estoy solo en el mundo y que si tengo que salir de aquí algún día y buscar fuera, el pan para mi Consuelo y para mí a tu lado he de encontrar camino ya que tanta falta me hace.

     Me dicen que no tengo tiempo para escribirte más y termino; pero no sin antes pedirte que no me olvides y que me perdones y me quieras,

Fermín

 [La Habana] 30 agosto/1887.

[Papeles de Martí. (Archivo de Gonzalo de Quesada). Recopilación, introducción, notas y apéndice por Gonzalo de Quesada y Miranda, La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1933-1935; t. III (Miscelánea, 1935), pp. 93-94. Cotejada con el manuscrito original que se atesora en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. Según esta fuente, carta con membrete de El Cubano. Diario Autonomista. Dirección].

Tomado de Destinatario José Martí, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual; preámbulo de Eusebio Leal Spengler, La Habana, Ediciones Abril, 2005, pp. 192-193.


Notas:

[1] Diario de la tarde que dirigía Antonio Zambrana, y más tarde, el propio Fermín Valdés-Domínguez.

[2] Se desconoce el destino de esta carta.